La Salud y las Emociones








¿Qué enferma primero, el cuerpo o el alma?

El alma no puede enfermar, porque es lo que hay perfecto en ti, el alma evoluciona, aprende.


En realidad, buena parte de las enfermedades son todo lo contrario: son la resistencia del cuerpo emocional y mental al alma. Cuando nuestra personalidad se resiste al designio del alma es cuando enfermamos.

¿Hay emociones perjudiciales para la salud? ¿Cuáles son las que más nos perjudican?


Un 70 por ciento de las enfermedades del ser humano vienen del campo de conciencia emocional.


Las enfermedades muchas veces proceden de emociones no procesadas, no expresadas, reprimidas.


El temor, que es la ausencia de amor, es la gran enfermedad, el común denominador de buena parte de las enfermedades que hoy tenemos. Cuando el temor se queda congelado afecta al riñón, a las glándulas suprarrenales, a los huesos, a la energía vital, y puede convertirse en pánico.


¿Nos hacemos los fuertes y descuidamos nuestra salud?


De héroes están llenos los cementerios. Te tienes que cuidar.


Tienes tus límites, no vayas más allá. Tienes que reconocer cuáles son tus límites y superarlos porque si no los reconoces, vas a destruir tu cuerpo.


¿Cómo nos afecta la ira?


La ira es santa, es sagrada, es una emoción positiva porque te lleva a la autoafirmación, a la búsqueda de tu territorio, a defender lo que es tuyo, lo que es justo. Pero cuando la ira se vuelve irritabilidad, agresividad, resentimiento, odio, se vuelve contra ti, y afecta al hígado, la digestión, el sistema inmunológico.


¿La alegría por el contrario nos ayuda a estar sanos?


La alegría es la más bella de las emociones porque es la emoción de la inocencia, del corazón, y es la más sanadora de todas, porque no es contraria a ninguna otra. Un poquito de tristeza con alegría escribe poemas. La alegría con miedo nos lleva a contextualizar el miedo y a no darle tanta importancia.


¿La alegría suaviza el ánimo?


Sí, la alegría suaviza todas las otras emociones porque nos permite procesarlas desde la inocencia. La alegría pone al resto de las emociones en contacto con el corazón y les da un sentido ascendente. Las canaliza para que lleguen al mundo de la mente.


¿Y la tristeza?


La tristeza es un sentimiento que puede llevarte a la depresión cuando te envuelves en ella y no la expresas, pero también puede ayudarte. La tristeza te lleva a contactar contigo mismo y a restaurar el control interno. Todas las emociones negativas tienen su propio aspecto positivo, las hacemos negativas cuando las reprimimos.


¿Es mejor aceptar esas emociones que consideramos negativas como parte de uno mismo?


Como parte para transformarlas, es decir, cuando se aceptan fluyen, y ya no se estancan, y se pueden transmutar. Tenemos que canalizarlas para que lleguen desde el corazón hasta la cabeza.


¡Qué difícil! Sí, es muy difícil. Realmente las emociones básicas son el amor y el temor (que es ausencia de amor), así que todo lo que existe es amor, por exceso o defecto. Constructivo o destructivo. Porque también existe el amor que se aferra, el amor que sobreprotege, el amor tóxico, destructivo.


¿Cómo prevenir la enfermedad?


Somos creadores, así que yo creo que la mejor forma es creando salud. Y si creamos salud no tendremos ni que prevenir la enfermedad ni que atacarla, porque seremos salud.


¿Y si aparece la enfermedad?


Pues tendremos que aceptarla porque somos humanos. También enfermó Krishnamurti de un cáncer de páncreas y no era nadie que llevara una vida desordenada. Mucha gente muy valiosa espiritualmente ha enfermado. Debemos explicarlo para aquellos que creen que enfermar es fracasar. El fracaso y el éxito son dos maestros, pero nada más. Y cuando tú eres el aprendiz, tienes que aceptar e incorporar la lección de la enfermedad en tu vida. Cada vez más personas sufren ansiedad. La ansiedad es un sentimiento de vacío, que a veces se vuelve un hueco en el estómago, una sensación de falta de aire. Es un vacío existencial que surge cuando buscamos fuera en lugar de buscar dentro. Surge cuando buscamos en los acontecimientos externos, cuando buscamos muletas, apoyos externos, cuando no tenemos la solidez de la búsqueda interior. Si no aceptamos la soledad y no nos convertimos en nuestra propia compañía, vamos a experimentar ese vacío y vamos a intentar llenarlo con cosas y posesiones. Pero como no se puede llenar con cosas, cada vez el vacío aumenta.


¿Y qué podemos hacer para liberarnos de esa angustia?


La angustia no se puede pasar comiendo chocolate, o con más calorías, o buscando un príncipe azul afuera.


La angustia se pasa cuando entras en tu interior, te aceptas como eres y te reconcilias contigo mismo. La angustia viene de que no somos lo que queremos ser, pero tampoco lo que somos, entonces estamos en el "debería ser", y no somos ni lo uno ni lo otro.


El estrés es otro de los males de nuestra época. El estrés viene de la competitividad, de que quiero ser perfecto, quiero ser mejor, de que quiero dar una nota que no es la mía, de que quiero imitar. Y realmente sólo se puede competir cuando decides ser tu propia competencia, es decir, cuando quieres ser único, original, auténtico, no una fotocopia de nadie.


El estrés destructivo perjudica el sistema inmunológico. Pero un buen estrés es una maravilla, porque te permite estar alerta y despierto en las crisis, y poder aprovecharlas como una oportunidad para emerger a un nuevo nivel de conciencia.


¿Qué nos recomendaría para sentirnos mejor con nosotros mismos?


La soledad. Estar con uno mismo cada día es maravilloso. Estar 20 minutos con uno mismo es el comienzo de la meditación; es tender un puente hacia la verdadera salud; es acceder al altar interior, al ser interior.


Mi recomendación es que la gente ponga su despertador 20 minutos antes para no robarle tiempo a sus ocupaciones. Si dedicas, no el tiempo que te sobra, sino esos primeros minutos de la mañana, cuando estás fresco y descansado, a meditar, esa pausa te va a recargar, porque en la pausa habita el potencial del alma.


¿Qué es para usted la felicidad?


Es la esencia de la vida. Es el sentido mismo de la vida, encarnamos para ser felices, no para otra cosa. Pero la felicidad no es placer, es integridad. Cuando todos los sentidos se consagran al ser, podemos ser felices. Somos felices cuando creemos en nosotros, cuando confiamos en nosotros, cuando nos encomendamos transpersonalmente a un nivel que trasciende el pequeño yo o el pequeño ego. Somos felices cuando tenemos un sentido que va más allá de la vida cotidiana, cuando no aplazamos la vida, cuando no nos desplazamos a nosotros mismos, cuando estamos en paz y a salvo con la vida y con nuestra conciencia.


Vivir el Presente.


¿Es importante vivir en el presente? ¿Cómo lograrlo?


Dejamos ir el pasado y no hipotecamos la vida a las expectativas de futuro cuando nos volcamos en el ser y no en el tener. Yo me digo que la felicidad tiene que ver con la realización, y ésta con la capacidad de habitar la realidad. Y vivir en realidad es salir del mundo de la confusión.


¿Tan confundidos estamos, en su opinión?


Tenemos tres ilusiones enormes que nos confunden. Primero creemos que somos un cuerpo y no un alma, cuando el cuerpo es el instrumento de la vida y se acaba con la muerte. Segundo, creemos que el sentido de la vida es el placer; pero a más placer no hay más felicidad, sino más dependencia. Placer y felicidad no es lo mismo. Hay que consagrar el placer a la vida y no la vida al placer. La tercera ilusión es el poder; creemos tener el poder infinito de vivir.


¿Y qué necesitamos realmente para vivir?, ¿acaso el amor?


El amor, tan traído y tan llevado, y tan calumniado, es una fuerza renovadora.


El amor es magnífico porque crea cohesión. En el amor todo está vivo, como un río que se renueva a sí mismo. En el amor siempre uno puede renovarse, porque todo lo ordena. En el amor no hay usurpación, no hay desplazamiento, no hay miedo, no hay resentimiento, porque cuando tú te ordenas porque vives el amor, cada cosa ocupa su lugar, y entonces se restaura la armonía. Ahora, desde la perspectiva humana, lo asimilamos con la debilidad, pero el amor no es débil. Nos debilita cuando entendemos que alguien a quien amamos no nos ama.


Hay una gran confusión en nuestra cultura. Creemos que sufrimos por amor, que nuestras catástrofes son por amor. pero no es por amor, es por enamoramiento, que es una variedad del apego. Eso que llamamos habitualmente amor es una droga. Igual que se depende de la cocaína, la marihuana o la morfina, también se depende del enamoramiento. Es una muleta para apoyarse, en vez de llevar a alguien en mi corazón para liberarlo y liberarme. El verdadero amor tiene una esencia fundamental que es la libertad, y siempre conduce a la libertad. Pero a veces nos sentimos atados a un amor. Si el amor conduce a la dependencia es eros. Eros es un fósforo, y cuando lo enciendes se te consume rápidamente, en dos minutos ya te quemas el dedo. Hay muchos amores que son así, pura chispa. Aunque esa chispa puede servir para encender el leño del verdadero amor. Cuando el leño está encendido produce el fuego. Ese es el amor impersonal, que produce luz y calor.


¿Puede darnos algún consejo para alcanzar el amor verdadero?


Solamente la verdad. Confía en la verdad; no tienes que ser como la princesa de los sueños del otro, no tienes que ser ni más ni menos de lo que eres. Tienes un derecho sagrado, que es el derecho a equivocarte; tienes otro, que es el derecho a perdonar, porque el error es tu maestro. Ámate, sincérate y considérate. Si tú no te quieres, no vas a encontrar a nadie que te pueda querer. El amor produce amor. Si te amas, vas a encontrar el amor. Si no, vacío. Pero nunca busques una migaja; eso es indigno de ti. La clave entonces es amarse a sí mismo. Y al prójimo como a ti mismo. Si no te amas a ti, no amas a Dios, ni a tu hijo, porque te estás apegando, estás condicionando al otro. Acéptate como eres; lo que no aceptamos no lo podemos transformar, y la vida es una corriente de transformación permanente.


Usa siempre tu discernimiento,

escucha tu corazón en todo momento.
Sigue tu verdad interna. Pues hay tantas verdades como Seres.

En parte pienso que algo del secreto esta en la escultura autentica: sincera ...

la sinceridad alivia los males
y ayuda a perdonar los errores.


Entrevista al Dr. Jorge Carvajal


Médico Cirujano de la UNIVERSIDAD
DE ANDALUCÍA - ESPAÑA
Pionero de la Medicina Bioenergética

Los secretos familiares que duelen





Psicogenealogía y secretos
Durante mucho tiempo hemos considerado que la infancia era el orígen de todos nuestros males, grandes y pequeños. Hasta que la psicología da la cara y demuestra que nuestro árbol genealógico no cuenta para nada…

La vida de nuestros antepasados, sus miedos, sus prejuicios y sus esperanzas a menudo se manifiestan en nuestra propia vida, incluso cuando no somos conscientes de ello. Identificar con éxito la huella que nuestros antepasados han dejado en nuestro interior es tomar consciencia de nuestra historia para poder transformarla en una nueva, libre de los demonios del pasado.

Tres mujeres han accedido a compartir con el equipo de enfemenino el modo en que las historias de sus ancestros han repercutido, positiva o negativamente, en sus vidas. Descubre sus testimonios y las aclaraciones de Juliette Allais, experta en psicogenealogía.

 

Caso 1*"Estuve influenciada durante mucho tiempo por las angustias de mi padre"

De pequeña, me sentía permanentemente en peligro.
Mi padre, judío húngaro, sobrevivió a la deportación. Nunca ha mantenido en secreto este episodio de su vida, por lo que me crié bajo la convicción de que el ser humano tiene mal fondo.
Para mis amigas la paz es un estado normal: para mí, es un alivio. Crecí con la idea de que lo peor aún está por suceder: durante mucho tiempo no pude dejar de preguntarme, por ejemplo, si una persona me abriría la puerta de su casa si me estuviesen persiguiendo.

Aborrezco la vida diaria. Todas esas pequeñas cosas que nos suceden en el ámbito amoroso, profesional, que para algunos son detalles y para mí, en cambio, auguran una catástrofe. En su momento, pensaba que simplemente estaba más lúcida que los demás.
Recuerdo perfectamente una de mis primeras sesiones de psicoanálisis: hablé de un sueño que tuve en el que estaba sola en una cama de madera y tenía frío. Mi analista me preguntó si la cama de madera me evocaba algo. Yo le respondí que no, que aquel camastro no significaba nada para mí.

La clave de su experiencia
Entonces mi analista me dijo algo que lo cambiaría todo: "Tienes sueños que no te pertenecen". El alivio fue inmediato. Se trata de los sueños de mi padre, al igual que mis angustias y mi visión del mundo.
En ese momento comprendí también mi tendencia a la insatisfacción, mis dificultades para dejarme llevar, mis períodos de anorexia y bulimia: cuando tus padres han enfrentado cara a cara con la muerte, tu propia existencia parece no ir más allá de la suya.

Sientes que no tienes más remedio que ganarte un sitio en el mundo. Mi
padre no ha sobrevivido a algo así para traer al mundo a una fracasada: yo creía que debía estar a la altura del sufrimiento que el había soportado.

Mi análisis me sirvió para identificar mis traumas, aún los tengo pero influyen menos en mi vida ahora que los reconozco. Ahora soy mucho más apasionada: he aceptado, por ejemplo, la posibilidad de amar y ser amada. Sigo juzgando a los demás bajo los criterios de legalidad, confianza e integridad pero, afortunadamente, también lo hago en función del
bienestar que me aportan.
Esto me ha permitido no pretender que mis hijos sean pequeños soldados preparados para luchar contra la arbitrariedad de la existencia y ofrecerles la confianza y la fuerza que les reporta mi
amor.

La aclaración de la psicóloga
No hay ninguna razón para ser fieles al sufrimiento de los padres
Sara se dejaba llevar por el sufrimiento de su
padre: más allá de lo que se dice, ella está en contacto con su inconsciente, que se manifestaba a través de sus sueños.

Los niños nunca son impermeables al sufrimiento de sus padres
, por lo que sienten que, por lealtad, ellos también deben sufrir. Pero esta situación les impide crecer, manteniéndoles en un estado entre infantil y de víctima asustada.

En el caso de Sara, esta lealtad angustiosa ha debido ser casi tan importante como la figura paterna: una niña pequeña tiene que poder separarse de su
padre y si éste último es frágil, su dolor se convierte en una especie de coartada que le impide resolver el complejo de Edipo.

Lo que hay que quedarse de su historia

Sara tuvo el valor de aceptar que no hay ninguna razón para ser leal al sufrimiento de sus padres, incluso si han superado algo tan horrible como el Holocausto. El papel de los hijos no es el de enmendar la historia de sus padres ni de perpetuar su dolor sino que deben estar de parte de la vida: autonomía, libertad y felicidad.

Caso 2*"Víctimas de incesto, mis abuelos me transmitieron su sentimiento de culpabilidad"

María, asistente de marketing de 28 años.

Estuve sintiéndome culpable durante años sin saber porqué...

Sin estar sumergida en un verdadero sufrimiento, siempre había sentido que algo en mí no marchaba bien, algo no era “normal”. Además de una evidente falta de confianza en mí misma, era muy propensa a los ataques de ansiedad y sentía una intensa culpabilidad de la que no era capaz de encontrar el origen.

Empecé una psicoterapia y rápidamente nuestras conversaciones empezaron a girar en torno a mi familia, concretamente en torno a la figura de mi madre: una familia unida, muy tradicional y llena de principios y valores estrictos, encabezada por mi abuelo, militar de profesión. Se trata de un hombre firme y duro, con un gran carisma, que ejerce sobre todos los miebros de la familia una mezcla entre fascinación y sumisión.

Mi terapeuta, que era consciente de que tenía que ocurrir algo para que me liberase, me recomendó hacer una sesión de etioterapia, una disciplina basada en la memoria del cuerpo y en el inconsciente.

La revelación de su experiencia
En la primera sesión me reveló que mis abuelos habían sido víctimas de incesto. La etioterapia me explica que mi cuerpo y mi inconsciente han guardado este recuerdo traumatizante.

Me ayudó a entender que los episodios impactantes de nuestros ancestros, si se mantienen en secreto como algo innombrable, se heredan de manera innata: mis abuelos han transmitido sus angustias a mi madre, que a su vez me las ha hecho llegar a mí.

Al principio me perturbé y me mostré algo escéptica. Pero pronto descubrí que mi propio abuelo había sido incestuoso, ya fuese por roces espontáneos o por el clima incestuoso que se respiraba en el ambiente, sin tener en cuenta el pudor de las niñas, y exhibiéndose delante de ellas sin problemas.

Gracias a otras sesiones de etioterapia y a mi
psicoterapeuta, tuve la impresión de haber puesto punto y final a un ciclo: al cabo de un año dí a luz a una niña, y no podía evitar pensar que gracias a todo ese trabajo psicológico que había hecho, no le transmitiría a mi hija unos traumas que no le pertenecen.

La opinión de la psicóloga
¡Cuidado con los atajos!

Me resulta bastante molesto cómo los libros de etioterapia tratan de resolver los problemas mediante atajos, algo que parece poner de manifiesto las
tendencias actuales. La psicogenealogía es, por así decirlo, víctima de su propio éxito y, por desgracia, tiende a vulgarizarse en exceso: hay que admitir que esto puede ser bueno para identificar el origen de nuestros problemas en la historia de nuestros antepasados... Así, uno tiene la impresión de localizar la causa que, para colmo, ¡No es culpa nuestra!

Pero, responsabilizando a la historia de nuestros padres y abuelos, se percibe cierta sensación de maldición contra la que no se puede hacer nada, y nos contentamos con la explicación sin tratar de ir más allá...

En la historia de María, no pongo en duda el clima incestuoso que pudiese reinar en esta familia, pero falta algún eslabón entre este hecho y las angustias: ¿Qué le inculcaron sus abuelos a su madre? ¿Cómo eso pudo influir en la construcción de la relación madre-hija? ¿Qué papel jugó o no ahí su
padre?

En psicogenealogía, no son los actos (como el incesto) los que cuentan, sino la forma en la que llegan a la paciente y, sobre todo, el modo de transformarlos y de quitárselos de encima para poder vivir con total autonomía.




Caso 3* Infancias solitarias...

Mi padre nació en el seno de un matrimonio concertado entre un hombre y una mujer muy duros, por lo que creció en un ambiente falto de amor.

Cuando empezó la guerra, mi abuelo fue detenido y encarcelado: mi abuela tuvo que irse con mi
padre de 5 años en busca de la ayuda de sus padres. Estando en su casa, hubo una gran discusión porque mi madre estaba tan sola que había conocido a otro hombre y sus padres se negaban a aceptar esa relación.

Mi
padre estaba en la habitación de al lado: a raíz de esta disputa, su madre se fue de casa sin decirle adiós. No volvió a verla en nueve años. Fue criada por sus abuelos en un ambiente inerte, sin malos tratos pero sin efusividad.

Además, como consecuencia del impacto emocional que sufrió a los 5 años, surgió una fuerte tartamudez y una
salud delicada, lo que la obligó a salir del colegio y tener una infancia y una juventud de lo más solitaria.

La herencia de esta experiencia
Pienso que de sus respectivas experiencias ha nacido la necesidad imperiosa de ofrecer a sus hijos todo el amor y la cercanía que no recibieron.

Nos han criado en un clima cargado de
amor, respetando y teniendo en cuenta las diferencias entre mi hermano y yo y, sobre todo, haciéndonos siempre partícipes de sus decisiones. Mis padres se han querido siempre en el respeto, en la comprensión y, lo más importante, desde hace 50 años se han adaptado a los incesantes cambios de futuro. Siempre se han rodeado de gente y, aún hoy, tienen una vida de jubilados increíblemente activa.

Mi familia, es mi fortaleza y mi debilidad
Gracias a ella tengo una gran confianza en mí misma y estoy siempre abierta a los demás. Todo ello como resultado del calor y el afecto del que siempre me han rodeado.
Sin embargo, en ocasiones tiendo a tenerles demasiado en cuenta en mi vida adulta. Por ejemplo, me divorcié hace 3 años y me doy cuenta de que trataba de protegerles más a ellos que a mí misma. No obstante, sé que pase lo que pase, ellos siempre estarán ahí para cuidarme incondicionalmente.
Un día, mi psicóloga me dijo: “tus padres no son de cristal” es cierto que la simple idea de poder hacerles daño me resulta insoportable.

Qué nos dice la psicóloga
El testimonio de Laura demuestra que los hechos del pasado no determinan nuestra conducta, personalidad... No hay que dramatizar sistemáticamente con los asuntos hereditarios, ni utilizar términos como “traumas” o “soportar la carga”.

Por supuesto que hay algunas historias familiares más difíciles de digerir que otras, pero la historia de Laura es la prueba fehaciente de que no existe ninguna maldición ni mecanismo implacable.

Los padres de Laura recibieron una dura herencia, pero hicieron algo bueno a partir de ella: de la falta de
amor y de lazos, crearon una familia unida, en la que la empatía es el centro de las relaciones.

En la medida en la que sus padres no recibieron tanto
amor, es posible que Laura se sienta en deuda con ellos por todo el cariño que le han dado, y que tenga la sensación de que, dadas las circunstancias, no puede permitirse el lujo de defraudarles: no tratar de salvar o proteger siempre a sus padres, y crecer, implica correr el riesgo de ir, de vez en cuando, en contra de las propias aspiraciones.

FUENTE DE INFORMACIÓN:



Las Emociones- el Resentir

 




 Son las responsables de la activación de nuestros genes, ellas son la señal que nuestro inconsciente biológico interpreta. Solamente podemos experimentar dos emociones básicas: el amor y el miedo. Todas las demás derivan de ellas. La emoción del amor, tiene una frecuencia vibratoria más alta y rápida que la emoción del miedo, que es más baja y más lenta.
  Las frecuencias vibracionales de nuestras emociones afectan  a nuestra biología, y en función de su intensidad o duración, llegan a producir verdaderos cambios físicos. .
  Existen 64 códigos posibles de aminoácidos en nuestra estructura de ADN. Por lógica todos deberíamos tener estos códigos activados, pero en realidad sólo tenemos 20 activados en este momento. Es como si hubiera un interruptor que apaga y enciende estos códigos, y ese interruptor son las emociones. Por lo tanto, como la emoción del miedo es de frecuencia baja y lenta, toca pocos códigos, y con el amor sucede todo lo contrario
  Un individuo que vive con miedo tiene pocos códigos activados y no encuentra soluciones, mientras que el individuo que vive en el amor está más despierto y receptivo a encontrar soluciones en su vida.

  Las emociones son cuánticas, no conocen ni tiempo, ni espacio. Por ej. hoy podemos experimentar todas las emociones porque hemos tenido un gran desengaño, un gran disgusto, y este choque emocional produce congelación neuronal que permanece de forma inalterable en nuestro inconsciente, quedando muchas veces en forma latente. Pasa a ser activada otra vez cuando el acontecimiento se repite, aunque sea de manera más suave. Cuando se activa, desencadena una respuesta en el ADN y este da una respuesta de adaptación de forma de síntoma físico que nosotros llamamos enfermedad.

  La enfermedad surge cuando no somos conscientes de que empleamos ciertas emociones, porque estas no son políticamente correctas. Decimos entonces que entramos en incoherencia emocional, porque lo que pensamos, decimos, sentimos y hacemos, no se corresponde con lo que realmente queremos pensar, sentir y hacer. Muchas veces nuestros sentimientos y pensamientos son unos, y nuestras acciones son otras, y esto hace que la incoherencia se muestre en nuestros cuerpos en forma de malestares físicos. No comprendemos o no queremos ser conscientes de que sólo nos engañamos a nosotros mismos.
  Obviamente, nuestras emociones están mediatizadas por nuestras creencias, y en la mayoría de las ocasiones nuestras actuaciones son el resultado de lo que creemos que tenemos que hacer, y esto es solamente miedo. El miedo a no ser aceptados, a ser amados, a perder el cariño de las personas, a no ser reconocidos y a un sinfín de matizaciones de todo lo anterior.

  Por eso, el trabajo de biodescodificación es desentrañar estas emociones ocultas, reprimidas y que se hallan en nuestro inconsciente. Estan luchan por manifestarse, para decirnos que nos estamos mintiendo, que nos estamos engañando, que nuestras acciones pueden ser correctas socialmente, pero que son corrosivas para nuestra salud.
  Emociones y sentimientos como la culpabilidad, una de las más corrosivas, controlan nuestras vidas y se reflejan en nuestra biología.

  La biodescodificación nos enseña que debemos ser responsables de nuestros pensamientos, de nuestros sentimientos y de nuestras emociones, y por descontado de nuestros actos. Cuando no somos coherentes nos encontramos enfermos, debemos reflexionar y pensar en qué no somos coherentes. Aquí reside la clave de nuestra curación.
  Por eso nuestro estudio está dirigido a buscar qué situación hemos vivido de forma conflictiva y está produciendo una sintomatología y qué emoción hay detrás de ella. Obviamente es orientativo, pero si que nos ayuda a orientarnos en el contexto previo antes de nuestro malestar físico y allí buscar en qué no fuimos impecables con nosotros mismos. Por lo tanto, debemos ser muy conscientes y tener mucho cuidado con las emociones y sentimientos que tenemos, así como las acciones de las personas que nos rodean. 
  La física cuántica nos demuestra que lo que pensamos afecta a lo que nos rodea y, por lo tanto a nuestras vidas
  Debemos huir del simplismo de creer que detrás de un síntoma hay un conflicto y una emoción determinada. Un conflicto determinado puede provocar diversos síntomas, todos ellos diferentes en función del individuo que los viva. Es decir, no todos vivimos una situación de la misma manera, eso depende de multitud de factores. La idiosincrasia del individuo determina esa vivencia y por lo tanto el estado emocional consiguiente.  

  Diversas personas experimentan la misma emoción- por ejemplo rabia- delante de un determinado conflicto, como puede ser la pérdida del poder adquisitivo. Esta emoción se puede observar de forma objetiva, pero detrás de esa rabia cada persona tiene una emoción diferente, la emoción oculta, la que no nos atrevemos a expresar. Esta emoción es la que hace disparar diversas situaciones físicas en función de la forma en que cada individuo lo viva.
  Una persona puede ser digestiva y tiene un síntoma en el estómago. Otra puede sentirse desvalorizada y su síntoma físico puede ser un dolor osteo-articular. Otra lo vive como una amenaza de pérdida de territorio y tiene un síntoma respiratorio. Otra persona lo puede vivir como miedo y tiene un problema de laringe, y otra simplemente ve una oportunidad donde los demás ven un contratiempo y sencillamente cambia y tiene un ligero malestar digestivo.

  Es importante comprender que no hay un listado de emociones ocultas y un listado de emociones que mostramos. Todas se pueden manifestar de una forma u otra. Lo importante es encontrarlas y poder expresarlas a viva voz o por escrito. Es la forma de hacerla consciente y de darnos cuenta de qué es lo que reprimimos. Debemos permitirnos volver a sentir la emoción, pero esta vez de manera consciente. Por ello utilizamos el término “resentir”, que quiere decir volver a sentir.

  Una vez que somos conscientes de la emoción oculta, cuando nos damos cuenta de nuestra falta de coherencia, podemos pasar a la siguiente fase, que es la sanación.
  Para sanar las emociones, las que nos enferman, es necesario cambiar nuestra percepción. Para ello hay que buscar el motivo oculto que me impedía actuar de una manera determinada y comprender que hay otras formas. No hay una manera buena ni una mala. Hay una que nos enferma y otra que nos cura.
  Por eso la enfermedad nos viene a curar, es la que nos hace ser sinceros con nosotros mismos.

 “El lenguaje de la conciencia parece ser la experiencia universal de la emoción.” “Podemos explotar su poder creativo a través del lenguaje de nuestra emociones” Gregg Braden

  Entonces la emoción con la que recubro mi recurso para poder cambiar la emoción que me ha enfermado, debe estar exenta de todo juicio y de ego. Cuando alguien comprende que la situación dolorosa que está viviendo es como consecuencia y creación de el mismo, lo único que le queda hacer es perdonarse y liberarse.
  Desde la antigüedad se dice que todo está unido, la parte contiene al todo y el todo está en cada parte. Tu divinidad está dentro de ti y se expresa, aparentemente fuera de ti. Por lo tanto, lo que ves fuera es reflejo de lo que hay dentro. “Vemos la paja en el ojo ajeno y no vemos la viga en el nuestro”. “Los pecados que condenamos son nuestros propios prejuicios, y estos están dentro de nosotros”. Sana tu mente, y tu cuerpo sanará. Si no te gusta lo que ves afuera, cambia tu forma de pensar y tu universo cambiará.
  Experimentamos el mundo gracias a las emociones. Ahora nos toca aprender a experimentar el mundo con las emociones que nosotros queramos, y no con las que hemos sido programados por nuestros padres, por nuestros ancestros. Es el momento de liberarnos de las ataduras que condicionan nuestras vidas.

  Debemos dejar de preguntarnos ¿qué hemos hecho para vivir esta situación? Para pasar ¿cómo he de cambiar mi vida para que esta se manifieste de otra manera?. Es un acto de madurez, es un acto de crecimiento, de despertar a la conciencia de que todas las cosas no suceden por casualidad..
  Una vez hemos comprendido que es lo que hay detrás de nuestra enfermedad, la emoción reprimida, entonces debemos pasar a la acción. Debemos ser testimonio de nuestra nueva percepción, de nuestra nueva creencia, de nuestra nueva forma de entender y ver la vida.
  No basta con saber, hay que ser, hay que actuar, hay que vivirlo. Entonces se abre la puerta de nuestra sanación.
  Las emociones pueden llegar a ser muy sutiles, de una sutilidad que nos hace estar muy alerta a todo lo que sucede en nuestra vida cotidiana.
  Cuanto más conscientes somos, más rápidamente actúa nuestro Inconsciente Biológico y con más precisión.
  El Inconsciente Biológico nos hace ser más sinceros con nosotros mismos, nos hace ser impecables, nos enseña a mostrarnos como realmente somos y sentimos que somos. Ya no hay mas tapujos, ya no hay más excusas, ya no hay más justificaciones, por fin comprendemos que no debemos gustar a nadie, solamente a nosotros mismos. Ya no hacemos las cosas porque debemos o creemos que debemos, las hacemos porque las sentimos. Si un día hacemos algo que no nos gusta, seamos plenamente conscientes de lo que estamos haciendo y no pasará nada.
                                  El Código Secreto del Síntoma
                                  Enric Corbera y Rafael Marañón