Aprender la paciencia






Al realizar el presente ejercicio mental, aprenderá las maneras de interrumpir una actividad y de esperar a que suceda un evento. Ambos conceptos –interrumpir y esperar- son los componentes claves de la paciencia.
En lugar de seguir los pasos secuenciales, simplemente lea las situaciones de ejemplo que siguen (o invente situaciones propias) y realice dos o tres al día de cada una de las categorías.

Ejemplos de situaciones para aprender a interrumpir una actividad:

1.- Mientras escucha una canción que le agrada en el radio o aparato de sonido, cambie las estaciones o apague el estéreo en la mitad de la canción. No regrese a la estación de radio hasta que no esté seguro de que la canción ha terminado. El mismo principio se aplica a la televisión.
2.- En la mitad de cualquier tarea doméstica deténgase y espere treinta minutos antes de retomar la tarea.
3.- Cuando esté leyendo el periódico, una revista o libro, deténgase en la mitad de una página y no regrese a la historia por 24 horas (obviamente sin escoger material que sea importante para su trabajo).
4.- Mientras se relaja sentado en un lugar cómodo póngase de pie y haga alguna actividad diferente aunque no le agrade hacerlo en ese momento.

Ejemplos de situaciones para aprender a esperar (la paciencia) a que tenga lugar un evento:

1.- Mientras espera en la fila de un restaurante o tienda, deje pasar a varias personas a propósito para  que se les asigne mesa o sean atendidas antes que usted.
2.- Mientras conduce un vehículo, deje que lo rebasen otros.
3.- Cada vez que se encuentre listo para comer, deténgase y espere 30 minutos antes de comenzar.
4.- Elija una cita que haya programado y a propósito llegue 30 minutos antes de lo que normalmente suele hacerlo (si le gusta llegar cinco minutos antes entonces llegue con 35 minutos de anticipación).
La lección del presente ejercicio es que el mundo no se termina cuando se ve forzado a ser paciente. Descubrirá que su mente aprenderá a distraerse mientras usted espera, y sus deseos e impulsos perderán algo de su poder sobre usted. Entonces, se moverá fácilmente de tener paciencia en situaciones autoimpuestas a contar con ella cuando otros lo interrumpen o lo demoran. 

VISUALIZACIÓN DE LAS EMOCIONES Y DE LOS SENTIMIENTOS


Utilizar metáforas y la imaginería (otros le llaman fantasía dirigida) para menguar los efectos de emociones que afectan negativamente al individuo.

En PNL usan bastante la referencia de una pantalla de cine donde la persona se imagina estar sola y proyecta la situación emotiva que le afecta, teniendo ahí la oportunidad de transformar la proyección de dicha película, es decir, de manipular mentalmente –para bien- los acontecimientos de su pasado o de su futuro, lo cual le beneficia en actitud y como herramienta de afrontamiento. Otro ejemplo que utilizan en la PNL es imaginar una emoción  o sentimiento negativos como si estuviera representado en  una bola negra, que se va empequeñeciendo hasta que pueda tomarla con las manos y acudir a d depositarla a un cesto de basura o a tirarla a un abismo Otro más: que imagine una emoción negativa como una gran mancha negra en una pantalla de cine, estando él solo sentado en una única butaca. En la parte inferior izquierda habrá una pequeña luz, que representará la emoción opuesta, es decir, la positiva. Luego, hay que recordar la emoción negativa elegida y en el momento de más intensidad y molestia hay que pensar o decir “¡CAMBIAZO!” Para entonces cambiar bruscamente y tapar la mancha negra con la luz que se ampliará hasta abarcar toda la pantalla. Repetir esto varias veces para aumentar el efecto. 


Todos estos ejercicios pueden resultar muy utiles simepre y cuando te permitas sentir y vivir las emociones y lo que te llega a tu vida antes de trabajar con ellos ...

El amor es química



Aunque a muchos románticos les cueste aceptarlo, es el cerebro y no el corazón el que hace que nos enamoremos. Pero… ¿como? a lo largo de este post revelaremos las 3 fases “clave” del amor, y respuesta a multitud de sensaciones que nos ocurren.


El amor es química

De pronto, en una fiesta entre la multitud descubres a la mujer de tu vida. Una simple mirada, un roce casual o una voz penetrante pueden hacer saltar la chispa del amor. Lo sabes porque el corazón se te sale del pecho, en el estómago te revolotean mariposas, transpiración excesiva o sonrojamiento constante así nos lo hacen ver. Pero, ¿nunca te has preguntado por qué estas manifestaciones son similares a cuando estamos estrésados?
Pues los científicos sí se lo han planteado y han averiguado el porqué: han convertido al cerebro y las hormonas que segrega en el gran protagonista del amor.


Dopamina, la causante del enamoramiento

Investigadores de la Universidad de Rutgers, Nueva Jersey (EEUU) han estudiado los cerebros de 17 hombres y mujeres que estaban en fase de enamoramiento. El experimento consistía en mostrarles fotografías de los “seres amados”. Después de distraerlos con varias tareas, les mostraron imágenes de personas neutrales. ¿Resultados?:
Se produjo un aumento en la actividad de las áreas del cerebro relacionadas con la energía y la euforia, en el lado derecho, donde se concentran niveles más altos de dopamina.
La dopamina es la sustancia que produce sentimientos de satisfacción y de placer y, por lo tanto, la causante del enamoramiento.
Otros investigadores, como Michael Liebowitz y Anthony Walsh, han identificado, además,  otras dos sustancias químicas relacionadas con el amor: la feniletilamina y la ocitocina.
Y es que (romanticismos fuera) el amor apasionado únicamente se reduce a la producción de estas tres sustancias químicas del cerebro.


Las etapas químicas del amor

Reducido el amor a sustancias químicas del cuerpo, la Dra. Helen Fisher, antropóloga de la Universidad de Rutgers y autora del libro The Anatomy of Love, divide en tres las etapas del amor:
  • Atracción sexual. Predomina la testosterona, por lo que prima el deseo sexual.
  • Amor pasional u obsesivo. Predomina la dopamina y la norepinefrina, con lo que estamos en la etapa de euforia y de romance.
  • Vínculo. Predomina la ocitocina y la vasopresina, por lo que se evoluciona hacia una relación apacible, duradera y segura.
Mantenerse en las dos primera etapas del amor es el gran reto de cualquier pareja.

Pasión con fecha de caducidad

Si se ha conseguido medir el amor a estos niveles, es fácil suponer cuándo se acabará la pasión. Después de entrevistar a 5.000 personas de 37 culturas diferentes, la profesora Cindy Hazan, de la Universidad de Cornell en Nueva York (EEUU) afirma que “los seres humanos se encuentran biológicamente programados para sentirse apasionados entre 18 y 30 meses“.
De nuevo, el culpable es el cerebro. Y es que desarrolla una tolerancia especial a la feniletilamina, que hace que el estado de excitación y euforia disminuya con el tiempo.
La locura de la pasión del primer momento se desvanece gradualmente en favor de sentimientos más emocionales y afectivos, gracias a que aumenta el protagonismo de otra sustancia química: la endorfina.
Parecida a la morfina, tiene la cualidad de generar una sensación de seguridad, tranquilidad y paz. Y esto es lo que nos hace mantener relaciones por largos años… para quienes logren adecuarse a los nuevos cambios.


Mujer emocional, hombre sexual

Que en el amor las mujeres sienten de diferente forma de diferente forma que los hombres lo sabemos, pero, para que no hubieran incertidumbres, los científicos nos lo han demostrado empíricamente.
El estudio de Rutgers encontró que, mientras que los cerebros femeninos mostraban respuestas más emocionales frente a los mismos estímulos, los cerebros masculinos revelaban actividades en áreas más relacionadas con la excitación sexual.
Y es que en nosotros aún perduran con arraigo las conexiones primitivas que condicionaban el enamoramiento a la necesidad de la reproducción.


Enfermos de amor

Gracias (o por desgracia) a los científicos, la expresión becqueriana “enfermo de amor” deja de ser un mero recurso metafórico para convertirse en una realidad. La falta de apetito, el insomnio, las obsesiones, la falta de concentración, etc. causadas por un amor obsesivo, nos vienen a demostrar que algo no marcha bien en nuestro cuerpo.
Para la Dra. Donatella Marazziti, psiquiatra de la Universidad de Pisa (Italia), las personas “enfermas de amor” realmente, lo están. ¿Diagnóstico? La pasión tiene las mismas reacciones que el trastorno obsesivo compulsivo. “Ambos estados están asociados a bajos niveles cerebrales de serotonina, una sustancia química fabricada por el cuerpo que nos ayuda a lidiar con situaciones estresantes”, afirma la doctora.
La doctora va mucho más allá, afirmando que las bebidas alcohólicas también disminuyen los niveles de serotonina en el cerebro, creando la ilusión de que la persona que se encuentra en la otra punta del bar es el amor de tu vida.


Más allá de la química

Pero, a pesar de todas estas investigaciones y descubrimientos, los científicos todavía no han conseguido averiguar por qué se modificaron nuestros genes. El momento de la evolución en el que el amor se dejó de asociar con la procreación, y hombres y mujeres dejaron de verse como meros instrumentos reproductores para adentrarse en los avatares del mundo del corazón.
Y es que, por encima de tubos de ensayo, sofisticados laboratorios y complejas reacciones químicas, hay algo más allá capaz de convertir el amor en el sentimiento especial que pinta el mundo

La química que hay detrás de un beso





Besar es todo un arte, pero también tiene su propia ciencia. Se llama filematología, y las últimas investigaciones revelan que intercambiar saliva nos ayuda a escoger la pareja más adecuada, pero… ¿como?
Según explica la neurocientífica Wendy Hill, las sustancias químicas que contiene la saliva nos ayudan a evaluar a una posible pareja para decidir si es la más idónea.
Además, besarnos reduce los niveles de cortisol, la hormona del estrés, y aumenta los niveles de oxitocina, siempre y cuando besemos a la persona adecuada.

Helen Fisher, profesora de antropología en la Universidad Rutger y experta mundial en la biología del amor, también ha analizado el papel del beso y asegura que besar “es un poderoso mecanismo de adaptación” presente en más del 90% de las sociedades humanas. Sin olvidar, añade, que “los chimpancés y los bonobos se besan, los zorros se lamen sus hocicos entre sí, las aves se picotean y los elefantes ponen sus trompas en las bocas de los otros miembros de sus manadas”.

En los humanos el beso es fundamentalmente una cuestión química, según Fisher. La saliva masculina tiene testosterona y los hombres prefieren los besos húmedos porque “inconscientemente intentan transferir testosterona para provocar el apetito sexual en las mujeres”, según la experta. Además, este tipo de besos podría ayudarles a “medir los niveles de estrógenos femeninos de su pareja, para hacerse una idea de su grado de fertilidad”. En cuanto a las mujeres, el beso les sirve para detectar el estado del sistema inmune de su posible pareja y saber “cuánto se cuida”.

 Por otra parte, la antropóloga sostiene que existen tres sistemas cerebrales diferentes que evolucionaron en el Homo sapiens para permitir el emparejamiento y la reproducción. El primero es el deseo sexual alimentado por la testosterona, tanto en hombres como en mujeres. El segundo regula el amor pasional u obsesivo y parece estar vinculado a una actividad elevada de la dopamina, un estimulante natural. El tercero, que controla el apego y permite a una pareja permanecer unida suficiente tiempo como para criar hijos, está ligado a un nivel mayor de oxitocina. El beso, probablemente, permite que se estimulen esos tres sistemas, concluye Fisher.

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