Pasos para perdonarse a uno mismo








Estas son las etapas del perdón verdadero:

1) Identifica tus emociones (a menudo hay más de una). Toma consciencia de
la acusación que te haces a ti mismo o que le haces a otro y de lo que ésta te hace
sentir.
2) Asume tu responsabilidad. Ser responsable es reconocer que siempre
tienes la opción de reaccionar con amor o con miedo. ¿De qué tienes miedo? Date
cuenta también de que tienes miedo de que te acusen de tener miedo.
3) Acepta al otro y suéltate. Para lograr soltarte y aceptar al otro, ponte en su
lugar y siente sus intenciones. Acepta la idea de que la otra persona se acusa y te
acusa probablemente de la misma cosa que tú. Ella tiene el mismo miedo.
4) Perdónate. Esta es la etapa más importante del perdón. Para realizarla,
date el derecho de haber tenido y de tener todavía miedo, creencias, debilidades y
límites, que te hacen sufrir y actuar. Acéptate tal y como eres ahora, sabiendo que
es temporal.
5) Ten el deseo de expresar el perdón. A modo de preparación para la etapa
seis, imagínate con la persona adecuada en el acto de pedirle perdón por haberla
juzgado, criticado o condenado. Estarás listo para hacerlo cuando la idea de
compartir tu experiencia con dicha persona te suscite un sentimiento de alegría y
de liberación.
6) Ve a ver a la persona en cuestión. Exprésale lo que has vivido y pídele
perdón por haberla acusado o juzgado y por haber estado resentido con ella.
Menciónale que la has perdonado sólo si te lo pregunta.
7) Haz el enlace con un cordón o una decisión ante uno de tus progenitores.
Recuerda un acontecimiento similar que ocurriera en tu pasado con una persona
que representase a la autoridad: padre, madre, abuelos, maestro, etc.
Generalmente será del mismo sexo que la persona con la cual acabas de realizar el
perdón. Vuelve a efectuar todas las etapas con esta persona (la figura de
autoridad).
Cuando la emoción sentida sea hacia ti mismo, realiza los pasos 1, 2, 4 y 7.
Date el tiempo necesario para realizar el proceso del perdón. En cada etapa
puede pasar un día o un año. Lo importante es que tu deseo de lograrlo sea
sincero. Cuando la herida es grande y profunda o el ego se resiste, puede tomar
más tiempo. Si la etapa seis del proceso del perdón te resulta difícil, debes saber
que es el ego el que se resiste. Cuando piensas: “¿Por qué ir a pedirle perdón por
estar resentido con él cuando fue él quien me ofendió? ¡Tengo toda la razón del
mundo para estar resentido!", es tu ego quien habla. El deseo más grande de tu
corazón es hacer la paz y sentir compasión por el otro.
No te preocupes por la reacción del otro cuando vayas a pedirle perdón.
Respeta su reacción y la tuya. Nadie en el mundo puede saber lo que va a suceder.
Si al otro le cuesta trabajo recibir tu petición de perdón, es que él mismo no puede
perdonarse. Aunque tú lo hayas perdonado, no puedes hacerlo por él. Deberá
lograrlo por sí mismo. No eres responsable de su reacción, sólo de la tuya. Por otro
lado, el hecho de perdonarte a ti mismo es un hermoso ejemplo para ayudar al otro
a que también lo consiga.
Recuerda que el hecho de perdonar a alguien no significa que estés de
acuerdo con la ofensa, sino que estás en vías de decir que, con los ojos del
corazón, has sido capaz de ver más allá de la ofensa, de ver lo que pasaba en el
interior de la persona. Gracias a este perdón podrás concederte más fácilmente el
derecho de ser tú mismo, con tus sentimientos humanos.

Bloqueos emocionales y dolencias físicas






Iremos viendo las distintas dolencias y sus bloqueos correspondientes durante este mes  en el blog no te lo pierda.
Las causas más comunes de la enfermedad son las actitudes y las emociones
negativas, la culpabilidad, la búsqueda de atención y la utilización de la enfermedad
para evitar una situación desagradable o para huir de ella. También hay personas
que se dejan influir fácilmente y sufren a menudo enfermedades causadas por las
creencias populares, como por ejemplo que "una corriente de aire ocasiona un
catarro". Estas personas atrapan fácilmente las enfermedades llamadas
contagiosas.

todo malestar te dice que te ames,Al amarnos dejamos que sea nuestro corazón quien
dirija nuestra vida, no nuestro ego. Amarnos significa concedernos el derecho de
vivir nuestras experiencias, y amar a los demás es concederles el derecho de vivir
sus propias experiencias. Esto significa darte el derecho de ser humano, con tus
miedos, tus creencias, tus límites, tus fuerzas, tus debilidades, tus deseos y tus
aspiraciones; en fin, darte el derecho de ser como eres ahora. Y todo esto se debe
hacer sin juicios morales de bueno o malo, correcto o incorrecto, viviéndolo
solamente como una experiencia, con el conocimiento de que siempre habrá
consecuencias, agradables o no, resultantes de las decisiones tomadas.
Cuando descubres la actitud mental que te bloquea hasta el punto de crearte
un problema físico, debes pasar rápidamente a la etapa de la aceptación
incondicional de lo que eres, antes de que tenga lugar en ti alguna transformación
mental. Tu cuerpo físico se adaptará con gusto a esta transformación. Recuerda
que él es sólo un reflejo de lo que sucede en tu interior. Con frecuencia los
pacientes me dicen que no comprenden por qué no sanan de un malestar o una
enfermedad una vez que han comprendido su mensaje. No basta con comprender o
aceptar una situación exterior o aceptar a otra persona. Lo más importante es la
aceptación de uno mismo, es decir.. perdonarnos.
Además, debo precisar que el hecho de que tú mismo encuentres la causa de
tu malestar no quiere decir que no consultes al médico. Debes buscar ayuda física
mientras realizas tu búsqueda interior en los niveles emocional, mental y espiritual.
De hecho, es más fácil efectuar una investigación interior cuando no te molesta el
dolor.
Esta percepción metafísica de los malestares y de las enfermedades forma
parte de las novedades que nos aporta la energía de la era de Acuario, novedades
que afectarán a todas las áreas. Dejamos un mundo dominado por la mente para
pasar a un mundo más espiritual, es decir, un mundo en el que SER debe retomar
su lugar. Las personas que se rehusan a aceptar esta transformación tendrán cada
vez más dificultades para ser felices, para estar sanas y para afrontar la vida."


 MIGRAÑA

Bloqueo físico
:
Se caracteriza por la aparición violenta de dolores intensos en un lado de la
cabeza, a menudo acompañados de náuseas y vómitos, que pueden durar algunas
horas o varios días.
Bloqueo emocional:
Esta enfermedad tiene una relación directa con el YO SOY de la persona
afectada. En general se manifiesta en la persona que no se concede el derecho de
ser lo que quiere, incluso antes de que la migraña aparezca. Las migrañas se

producen en la persona que se siente culpable por atreverse a cuestionar a aquellos
que tienen mucha influencia sobre ella. Incluso puede no ser consciente de lo que
realmente quiere. Con frecuencia vive en el "no puedo", hasta el extremo de vivir a
la sombra de alguien. Además, las personas que sufren de migrañas suelen tener
dificultades en su vida sexual porque no están en contacto con su poder creativo,
simbolizado por la región de los órganos genitales.
Bloqueo mental:
Si padeces de migrañas, sólo te queda plantearte la pregunta siguiente : "Si
todas las circunstancias hubieran sido o fueran perfectas a mi alrededor, qué es lo
que hubiera querido SER o qué es lo que quiero SER ?". A continuación, observa lo
que te ha impedido manifestarlo hasta este momento y descubrirás la forma de
pensar que te perjudica, que te impide ser tú mismo. Ya no necesitas creer que
dependiendo de los demás vas a sr más querido. Por el contrario, concédete el
derecho de tener esos temores y de tomarte el tiempo necesario para llegar a tu
meta.
Bloqueo espiritual:
Para conocer el bloqueo espiritual que te impide responder a una necesidad
importante de tu SER, utiliza las preguntas sugeridas al final. Las respuestas te
ayudaran a precisar la verdadera causa de tu problema físico.


ANEMIA
Bloqueo físico:

La anemia suele definirse como una disminución del número de glóbulos rojos
de la sangre. Sus síntomas son: palidez de la piel y de las mucosas, aceleración de
la respiración y del ritmo cardíaco, y una fatiga muy marcada. Se pueden presentar
dolores de cabeza, mareos y zumbidos en los oídos.
Bloqueo emocional:
En metafísica, la sangre representa la alegría de vivir: esto es lo que ha
perdido la persona anémica. Incluso puede resultarle difícil aceptar esta
encarnación hasta el extremo de no desear seguir viviendo. Se deja invadir a
menudo por el desánimo y ya no establece contacto con sus deseos ni con sus
necesidades. Se siente débil.
Bloqueo mental:
Si tienes anemia en este momento, debes volver a contactar con tu capacidad
de crear tu vida sin depender de los demás. Toma más consciencia de los
pensamientos negativos que te impiden encontrar la alegría en tu vida. Deja salir al
niño que hay en ti, ese que quiere jugar y tomarse la vida menos en serio.
Bloqueo espiritual:
Para conocer el bloqueo espiritual que te impide responder a una necesidad
importante de tu SER, utiliza las preguntas sugeridas al final. Las respuestas te
ayudaran a precisar la verdadera causa de tu problema físico.

ANEURISMA
Bloqueo físico:
Un aneurisma es una dilatación de un vaso sanguíneo directamente
comunicado con una arteria; dicha dilatación permanece llena de sangre, rodeada
por una membrana en forma de saco. Existe un gran riesgo de que el vaso
sanguíneo se rompa. Se le suele detectar por la presencia de dolores torácicos, tos
y dificultad para tragar. Si es abdominal, viene acompañado de dolores y trastornos
digestivos, con frecuencia palpables. Se considera generalmente que un aneurisma
cerebral es consecuencia de malformaciones congénitas que se revelan
tardíamente.
Bloqueo emocional:
Este problema puede surgir después de un gran dolor, casi siempre
relacionado con la familia, dolor que bloquea la alegría de mantener las relaciones
como antes. La persona que presenta un aneurisma vive o desea vivir un
rompimiento, aun cuando éste le destroce el corazón. De manera inconsciente,
también se siente culpable de su decisión. Ha acumulado demasiado y ha llegado al
límite. Su decisión de romper la tomó cuando ya no podía más, pues esta persona,
en lugar de actuar, reacciona demasiado.
Bloqueo mental:
El hecho de sufrir un aneurisma es un mensaje urgente para que dejes de
acumular penas internas y tomes la decisión de expresar tus sentimientos a las
personas involucradas en lugar de guardarlos en tu interior. No quieres mostrar tu
enorme sensibilidad, pero no tienes otra opción: o la expresas o te causará la
muerte. También te sugiero que trabajes con tu terquedad, que te lleva a tomar
decisiones radicales de rompimiento, que no te benefician. Tu corazón desea lo
contrario. No te dejes invadir por tus pensamientos negativos: provienen de tu
dolor. Si lo expresas, volverás a encontrar la alegría de vivir con tus seres queridos.
Bloqueo espiritual:
Para conocer el bloqueo espiritual que te impide responder a una necesidad
importante de tu SER, utiliza las preguntas sugeridas al final. Las respuestas te
ayudaran a precisar la verdadera causa de tu problema físico.

Fuente :Obedece a tu cuerpo.¡ÁMATE!
Lisa Bourbeau

La Psicología descubre el poder del Perdón Perdonar a otro por una profunda injusticia lleva su tiempo


 

Entrevista de Zenit a Robert Enright.( Extracto)


Robert Enright, psicólogo, creó el Instituto Internacional del Perdón en 1994 con el fin de aplicar años de investigación en la práctica del perdón. Es coautor de «Helping Clients Forgive: An Empirical Guide for Resolving Anger and Restoring Hope» (Ayudar a los clientes a perdonar: Guía empírica para Resolver el Odio y Restaurar la Esperanza”), publicado por American Psychological Association Books, 2000.
--¿Qué efectividad ha tenido el perdón como terapia?
--Enright: ha sido muy variada. Algunos grupos de investigación obtuvieron excelentes resultados científicos con la terapia del perdón, mientras que otros no.
Como afirma Richard Fitzgibbons en nuestro libro, una causa de los diferentes resultados es el tiempo y el cuidado que el terapeuta dedica al paciente.
Perdonar a otro por una profunda injusticia lleva su tiempo. Los instrumentos de cura a menudo insisten en la terapia «breve», la cual no da suficiente tiempo al cliente para recorrer el itinerario doloroso y terapéutico del perdón.
Uno de nuestros proyectos de investigación, con Suzanne Freedman, de la Universidad de Northern Iowa, era con sobrevivientes de incestos. Estas valientes mujeres necesitaron mucho tiempo, en torno a un año, para perdonar a quienes habían abusado de ellas. Valió la pena el esfuerzo.
Cuando comparamos el grupo experimental, que ha recibido terapia del perdón, con un grupo de control que no la ha recibido, en el primero se reduce de manera significativa la ansiedad y la depresión.
Aunque un año parece mucho tiempo, deberíamos darnos cuenta de que algunas de las mujeres sufrían desórdenes emocionales desde hacía 20 ó 30 años antes de perdonar.
--¿Qué pasos debe dar una persona que desea curarse mediante el perdón?
Seguir el propio itinerario de perdón es otra razón del éxito observado en la terapia del perdón. El doctor Fitzgibbons y yo ofrecemos un itinerario de perdón, científicamente avalado en nuestra obra. Este itinerario es ampliamente descrito en mi libro «Forgiveness Is a Choice» («El perdón es una opción») para el público en general.
En este itinerario, en primer lugar, las personas deben reconocer que han sido tratadas injustamente, reconocer humildemente que esto les ha supuesto un choque emocional y que están verdaderamente enfadadas.
A continuación, si desean empezar la terapia del perdón, deben explorar lo que es perdón y lo que no es perdón. Por ejemplo, cuando las personas perdonan, no están condonando, excusando u olvidando lo que han hecho contra ellas. Pueden reconciliarse o no reconciliarse.
Perdonar es reducir el resentimiento y aumentar la benevolencia y el amor hacia alguien que ha sido injusto. Esta es una opción personal, un acto de la voluntad. Reconciliarse es para dos personas recuperar la mutua confianza.
Luego recomendamos que la gente se implique en lo que el doctor Fitzgibbons llama «perdón cognitivo». Son pensamientos de perdón y declaraciones dirigidas a la persona que ha sido injusta. En ese estado, la persona no necesita abordar al ofensor sino realizar este perdón cognitivo en su interior.
Parte del perdón cognitivo es pensar en la persona como un todo, sin definirla sólo por sus pecados. Todos somos más que nuestras acciones. Somos vulnerables.
Al perdón cognitivo sigue el perdón emocional, la apertura de uno mismo a la compasión y al amor. Esto es difícil y puede llevar su tiempo. Algunas personas en la terapia no están preparadas para este paso y merecen comprensión.
Para nosotros sigue siendo un misterio saber cómo crece en el corazón humano esta compasión por quienes realizaron y realizan grandes injusticias. Seguramente la gracia de Dios actúa en este caso, pero nosotros como científicos no tenemos el lenguaje para describirlo plenamente. La ciencia es limitada, al igual que los intentos humanos de comprender el misterio.
Más allá del perdón emocional, está la difícil tarea de «soportar el dolor» de lo que ha sucedido. Quien perdona no puede hacer que el reloj vuelva atrás y deshacer el daño, pero puede tomar la valiente decisión de aceptar el dolor y ser un instrumento de bien para el ofensor.
--¿Qué ha aprendido sobre los niños y el perdón?
Los niños parecen tener corazones cálidos y abiertos al perdón. Por consiguiente, la educación al perdón es una posibilidad real para ellos.
Al mismo tiempo, pienso que a los niños se les puede desanimar a perdonar si están rodeados por quienes ridiculizan o son indiferentes hacia el perdón. Por consiguiente la educación al perdón es vital.
Hemos publicado recientemente un libro gráfico infantil sobre el perdón, «Rising above the Storm Clouds» («Superar las Nubes de Tormenta»), para niños de entre 4 y 10 años.
Hemos descubierto que niños tan pequeños como los de seis años, pueden aprender sobre el perdón y de esta manera reducir la cólera excesiva.
--¿Qué consejo daría a la gente sobre la práctica del perdón en su vida diaria?
Primero, el perdón es de Dios y no podemos pensar en el perdón como una técnica psicológica más.
Esta es una enseñanza difícil en efecto, pero vale la pena esforzarse por comprenderla.
En segundo lugar, la gente que perdona necesita saber qué es el perdón y qué no es el perdón. Perdonar es ofrecer amor incondicional al ofensor. No es un acto de debilidad. Cuando una persona perdona, debería buscar justicia. Si a uno le estropean el coche, puede perdonar y al mismo tiempo presentar la factura de la reparación al causante.
Un punto importante es estar abiertos al misterio del perdón, sin tener en cuenta el historial personal.
--¿Qué consejo daría a quienes tienen especial dificultad en perdonar a los demás, como quienes han perdido a sus seres queridos en los atentados del 11 de septiembre?
Perdonar a los demás no es algo puntual. Para muchos de nosotros, el perdón supone un camino.
Esto requiere tacto y paciencia con uno mismo y tiempo.
Por eso, a quienes no pueden perdonar, les pregunto: «¿Estás listo para explorar lo que es o no es el perdón?». Esta pregunta no pide a nadie que perdone sino más bien examinar lo que es el perdón.
Cuando una persona ya conoce las dimensiones del perdón, yo le pregunto: «¿Estás preparado para examinar el perdón de la persona que te ha hecho daño, en su forma más básica? ¿Deseas tratar de no hacer daño a esa persona?». Esta pregunta no pide a la persona que ame al ofensor sino refrenar en sí misma lo negativo, refrenar el deseo de hacer daño incluso de modo sutil.
Luego viene la pregunta: «¿Deseas el bien para esa persona?». Esto cambia el enfoque hacia lo positivo, hacia al menos un deseo, aunque no sea una acción deliberada, el bien de otra persona.
Todas estas preguntas pretenden mover a la persona ofendida hacia una mayor cercanía en el amor. Si aún rechaza el perdón, debemos comprender que su «no» enfático hoy no es necesariamente la última palabra. Esta persona puede cambiar mañana.
--¿Qué proyectos tiene entre manos el Instituto del Perdón?
--En la próxima década o en la siguiente, trabajaremos con niños afectados por entornos de guerra y otros ambientes de violencia, mediante programas de educación al perdón en escuelas, casas y lugares de culto.
El perdón ha sido casi completamente ignorado por el movimiento pacifista, pero sin perdón no hay paz duradera. Dado que lleva tiempo aprender y apreciar el perdón, debemos empezar con niños para reforzar la probabilidad de que aprendan bien la lección.
De manera que tratamos de convencer a los filántropos de que el perdón, centrado especialmente en los niños, debe ser parte de cualquier esfuerzo en favor de la paz.

QUÉ ES PERDONAR

Todos tenemos una serie de ideas preconcebidas acerca de qué es el perdón. “¿Perdonar?”,
 “¿Qué se soluciona con eso?”, “¿Después de lo que me hizo?”, “¡Eso es imperdonable!”, son 
las frases más comunes que se escuchan al respecto. Sin embargo, el perdón es el umbral que
 nos permite saltar por encima de los rencores, y quedar libres para vivir con mayor paz y 
felicidad. 
Por otro lado, de acuerdo a las investigaciones médicas, perdonar hace bien a la salud física.
En efecto, los datos indican que quienes se empeñan en no perdonar son más propensos a 
morir
 de enfermedad cardíaca que las personas que aceptan que en la vida hay malentendidos y
 choques con los demás cuyos efectos se pueden neutralizar. Asimismo, el doctor Carl 
Simonton, director de una conocida clínica de California que trabaja en pos de la remisión del cáncer, ha observado que la tendencia a permanecer resentido y la incapacidad de perdonar
están vinculadas con un aumento del riesgo de cáncer.
Según el psicólogo Robert Enright, de la Universidad de Wisconsin-Madison, cuando estamos “consumidos” por el rencor puede aumentar la presión sanguínea y el ritmo cardíaco.
 En cambio, “cuando perdonamos puede haber una disminución de la presion sanguínea”.
Otros expertos creen que el estrés producido por los rencores acumulados puede disparar o
 agravar problemas como dolores de cabeza y de espalda, úlceras, arrugas y debilitamiento del sistema inmunológico, con más predisposición a resfríos, gripes y otras infecciones. “No hay
 dudas de que aferrarse a resentimientos y pensamientos de venganza puede hacernos 
envejecer”
, asegura el doctor Gerald Jampolsky, fundador del Centro de Curación Actitudinal, en 
California
.
Perdón bien entendido
Tal vez para muchas personas no esté bien entendido de qué se trata el perdón. En realidad, perdonar no significa aceptar cualquier cosa que el otro haya hecho, como el maltrato, la
 violencia o la deshonestidad. No es humillarse, reprimir el enojo, hacer como si no pasara 
nada o perdonar porque sentimos lástima –”es un tonto, no tiene remedio”–. Tampoco es 
convertirnos en amigos de nuestro victimario, descuidar nuestra propia seguridad o llamarlo
 para comunicarle nuestro cambio de actitud. El sentido común indica, por ejemplo, que 
podemos perdonar a un marido excesivamente gastador, pero eso no significa que le 
entreguemos nuestro sueldo para que lo administre.
¿Qué es, entonces, perdonar? “Es tomar la decisión de ver más allá de los límites de la 
personalidad de otra persona, de sus miedos, idiosincracias, neurosis y errores, la decisión
 de ver una esencia pura, no condicionada por historias personales, que tiene una capacidad limitada y siempre es digna de respeto y amor”, define Robin Casarjian, psicoterapeuta y
 autora del libro Perdonar (Ediciones Urano). El doctor Jampolsky lo explica en términos
 gráficos: “Es ver la luz de la lámpara y no la pantalla”.
Por su parte, el escritor Hugh Prather entiende que “el perdón no es un acto de rosado
 autoengaño, sino el tranquilo reconocimiento de que, bajo nuestros respectivos egos,
 todos somos exactamente iguales”.
Rencor, viejo rencor
La rabia, el odio, el rencor son emociones que desgastan enormemente la energía. Como 
muebles desvencijados e inútiles, ocupan un espacio valioso que necesitaríamos recuperar; 
en cambio, cuando se reciclan se transforman en agradables objetos que da gusto tener en 
casa. Uno de los mejores motivos para perdonar es liberarnos de los efectos nocivos
 de esas emociones.
Cuando se abandona el rencor, también se alivia la ansiedad y el estrés, que nos devoran y 
causan enfermedades. Para hacer esto es preciso hacer algunos cambios en el tipo de 
pensamiento.
¿Por qué a veces nos es tan difícil dejar de estar enojados? “Porque nos parece que obtenemos
 algo al aferrarnos a la rabia –dice Robin Casarjian–. Estos beneficios, llamados ganancias secundarias, suelen ser inconcientes y tienen mucho poder hasta que tomamos conciencia 
de ellos y descubrimos formas de reaccionar más sanas.”
Hay quienes aprendieron a estar enojados como forma de adquirir más poder y dominio, 
cuando en el fondo se encubren sentimientos de impotencia, desilusión, inseguridad, miedo.
 En tanto, algunas personas encuentran en el enojo el motor para el cambio, como algunos 
líderes políticos que transmiten un gran resentimiento. En realidad, el contacto con nuestra verdadera naturaleza nos impulsa a actuar con convicción, que es mucho más convocante 
que el rencor.
Otras ganancias secundarias podrían ser controlar a los demás –que se sienten culpables o asustados cuando otro se enoja–, evitar comunicarse en profundidad –por miedo a expresar
 lo que sentimos–, obtener cierta seguridad o protección –ya que los demás se mantienen alejados–, aferrarse a una relación con una persona –aunque haya una separación de por 
medio nos mantenemos ligados por el rencor–, culpar al otro de lo que nos pasa.
Una clave que destaca Casarjian para el trabajo con el perdón es ser amable con uno mismo.
”Es importantísimo tomar nota de nuestros pensamientos y reacciones sin juzgarlos. Si 
aparecen el temor, la autocrítica o las dudas, sea amable con usted. Estos sentimientos son 
una parte natural del proceso de curación. En realidad, ser amable con uno mismo es un gran
 acto de perdón. Lo crea o no, en todo momento, usted hizo lo que podía hacer dado el grado 
de amor o temor que sentía.”
Algunas veces la fuente del resentimiento puede estar profundamente instalada en nuestro interior, escondida hasta de nosotros mismos. Una forma de indagar en la raíz del enojo es
 anotar los sentimientos en un diario. Hágalo con la idea de ser específico, busque hilar más
 fino que decir si se siente bien o mal. Esto lo ayudará a “enfocar” su resentimiento y estará 
en mejores condiciones para perdonar.
Es interesante considerar las manifestaciones de rabia, irritabilidad o agresividad propias o 
ajenas como un grito que pide reconocimiento, respeto, ayuda y amor. Esto puede modificar
el punto de vista que tradicionalmente hemos utilizado para percibir la rabia y reaccionar.
Si a usted le parecen interesantes las ideas que se expusieron hasta aquí, tenga en cuenta los puntos que siguen:
Es mejor elegir estar en paz que tener razón. Aferrarnos al enojo o creer que los demás
 siempre están equivocados no nos permite tener paz mental. El primer paso es la disposición
 a perdonar. Cuando reconocemos que guardar pensamientos de venganza es algo que nos 
hace sufrir, nos resulta más fácil tener deseos de perdonar y de olvidar el rencor pasado.
Sepamos que aunque perdonemos, la otra persona no necesariamente cambiará. Sólo se 
trata de modificar nuestros pensamientos y actitudes.

Perdonar no significa que se tenga que coincidir con la conducta del otro.
El perdón eleva la autoestima y disminuye la ansiedad y la depresión.
Pensar en el presente es bueno para curar las heridas emocionales. Cuando a los cuatro años
 un amigo nos quita nuestros juguetes juramos que lo odiaremos para siempre y que nunca
 más jugaremos con el; esta promesa se cumple durante diez minutos. Si usted está enojado 
por algo que ocurrió en el pasado, pregúntese para qué le sirve el enojo hoy en día. Si no esta mejorando su vida, no se detenga en la colera.
Al sufrir un delito, un problema sentimental o alguna otra situación en la que uno se siente impotente, es común que se instale el resentimiento. En estas instancias muchas veces se 
necesita perdonarse a sí mismo, porque uno tiende a culparse por lo que se podía haber
 hecho y no se hizo.
Cuando descubra que está enojado con algo o alguien piense ¿a quién o qué necesito
 perdonar? Lo aliviará quitar un velo a la rabia.
Tal vez, el acto de perdonar no se trate en realidad sólo de un hecho altruista orientado
 hacia los demás, sino que beneficia física y emocionalmente al que perdona, porque elimina
 los sentimientos negativos que pueden perjudicar. Tiene un efecto boomerang que fortalece
 el bienestar de ambas personas.
Perdonar requiere práctica. Hay que tomar la decisión, tener el deseo, asumir el compromiso, repetirlo muchas veces para dominarlo e incorporarlo como natural. Es más fácil comenzar a “ejercitarse” con personas no tan allegadas como los padres, por ejemplo, sino en situaciones menos comprometidas.
Busque ayuda profesional si siente la necesita, ya sea en forma individual o grupal.

Ejercicios saludables:
En su libro Perdonar, Casarjian propone ejercicios interesantes para trabajar el perdón:
Recuerde un momento en el que se haya enojado. ¿Cómo se sintió? Cierre los ojos, respire 
hondo, relájese e introdúzcase en sus sentimientos. ¿Qué puede ver bajo su rabia? ¿Miedo? ¿Tristeza? ¿Inseguridad? ¿Desamparo? ¿Impotencia? ¿Desilusión? ¿Se siente herido o abandonado? Mire más profundamente, ¿qué hay bajo ese miedo, desilusión o tristeza? ¿Un pedido de atención? ¿Necesidad de respeto o de amor?
Recuerde a alguna persona con quien tenga dificultades para relacionarse. Piense en algo
 que desea recibir de ella: ¿amor?, ¿afecto?, ¿aprobación?, ¿consideración? Imagínese que 
 está con esa persona, relájese, respire hondo, exhale… Dígale lo que desea: “…(el nombre), 
lo que necesito de vos es….y….(haga una lista hasta sentir que agota todas las posibilidades)”. Luego agregue: “…, ya no te hago responsable de darme…(todo lo que haya puesto antes)”.