Proyectamos lo que somos

 
Te darias a ti misma o a ti mismo 2 minutos para cambiar tu percepción de tu propia realidad?
Quiero pedirte que te desacomodes el cabello. Hazlo, por favor.
Ahora quiero que te pongas frente a un espejo.
Bien... ahora quiero que pruebes arreglarte el pelo EN EL ESPEJO. Intenta peinar la imagen que está reflejada en el espejo, sobre el vidrio del espejo. Inténtalo!! Inténtalo nuevamente, una y otra vez. Siempre en el espejo.. Pasa el peine por el vidrio, quiero que te asegures de intentarlo varias veces.
Funcionó?
Ahora quiero pedirte que sin dejar de mirarte en el espejo pases el peine por tu cabeza, No por tu reflejo, sino realmente por tu cabeza, como lo haces cada mañana antes de salir a la calle. Peinate lo mejor que puedas.
Que ha sucedido con la imagen del espejo? Tambien se arreglo?
Siii!!! Es cierto!! se ha arreglado también!! Eso es maravilloso, no es así?
Entonces: Que te hace pensar que para que las cosas se solucionen tienen que cambiar los otros?
Por qué te niegas a aceptar que el cambio es SIEMPRE sobre uno mismo?
Por qué insistes en peinar el espejo?
El dia que pediste venir aquí, lo hiciste sabiendo que este Universo, al menos en este sector, se rige por determinadas leyes físicas, cuánticas y matemáticas que son permanentes.
Por qué crees que en algunos casos funcionan y en otros no?
Te amo. Por eso te lo digo y te digo un secreto:
Shhh... dile a tu ego que lo tenemos acorralado. Tiene los dias contados. Pero ojo.. para que eso suceda...no sigas peinando el espejo.
 
 

Las corazas emocionales: cuando vivir ahoga





"Cuando la armadura desaparezca y estéis bien, sentiréis el dolor de los otros también”
                                        El Caballero de la Armadura Oxidada. 

No se sabe exactamente cuándo uno se puso la coraza.
Los motivos son innumerables. Pero la razón común a todos es nuestro querido amigo el dolor.
El miedo al dolor. Miedo a que nos hagan daño, miedo a sentir, miedo a la vida.
Quienes cargamos con la coracita también tenemos un punto semejante, somos sensibles y exigentes.
Claro que además del dolor como factor común al acorazarnos, está el amor. Los dos son los autores de la armadura.
Antes de empezar a colocárnosla, mientras vamos dando vueltas por las bandas de escayola, renegamos de esa sensibilidad, le echamos las culpas, creemos que buscamos imposibles y que lo mejor sería poder conformarnos. Bajarle el listón a nuestra vida. Mantenernos en la zona de confort.
Pero seguimos dando tumbos, seguimos sintiéndonos heridos, así que terminamos por crear una pieza hermética y dura que nos contenga ante los asaltos. Una pared que rebote todos los dardos. Y, amurallados, empezamos a andar.
Nadie puede ver lo que hay al otro lado, nadie puede acceder, estamos bien protegidos.
La coraza tiene sus ventajas además de la protección. Es la única forma en que conseguimos adaptarnos al medio. Un medio que antes era hostil y te dejaba vulnerable ahora es parte de ti y te sientes seguro en él. Así que crees que tu invento es lo mejor que podías haber hecho por tu vida. Las lágrimas cada vez son menos, incluso un día te despiertas sin poder recordarlas. El corazón está en calma, pero mejor aún, ya no lo sientes y sabes que está ahí porque sigues vivo, pero no lates.
Lo serio es cuando un día te das cuenta que te has convertido en el muro. Eres la propia coraza. Ya no hay nada del otro lado, aunque lo hubo.
Y empiezas a preguntarte dónde estás, dónde está tu esencia, cuál era tu naturaleza y por qué ya no te sientes ligero y libre. Empiezas a echar algo de menos pero eres incapaz de recordar qué era. Sabes que eres inmune casi al dolor, pero incapaz de disfrutar cualquier otra cosa...
Ahora sé que los abrazos curan.
Volvía en el tren de las cuatro, y las casi tres horas que duró el trayecto estuve llorando. Habían pasado años desde mi última lágrima. Y supe que las corazas empiezan a quitarse de la misma forma en que te las colocaste, casi sin saber cómo, pero ocurre. No lloraba por mi vida o lo que hubiera pasado en ella, no lloraba tampoco por nadie. LLoraba porque me había dado cuenta.
El darse cuenta duele siempre, pero es la única forma de reconectar. Y si era capaz de llorar significaba que era capaz de sentir otra vez.
Ante el peligro hay defensa. Atacamos o huimos. Creamos mecanismos de defensa que nos permiten sobrevivir y afrontar. Y en un momento dado es lo mejor, posibilita el avance.
Lo ridículo es mantener la defensa cuando no hay ningún peligro. Uno sigue apostado en su trinchera cuando la guerra ya ha terminado. Y por eso lloré, por todo lo que me había perdido mientras me mantenía ocupada levantando mi pared.
Qué sentido tiene vivir con una coraza?
Qué sentido tiene vivir con miedo si la única vida que tenemos es la que tenemos?
Cómo somos capaces de convertirnos en nuestro propio enemigo y negarnos la experiencia?
Acaso no hemos sobrevivido a cualquier dolor?
Acaso no nos ha reportado tanto aprendizaje cada experiencia? No nos hemos vuelto más fuertes y más sabios? No evolucionamos como personas después de cada naufragio?
Lo que nos salva es amar la vida, no evadirla.
Lo que nos salva está en nosotros, no fuera.
 
http://blog.coachia.org/2012/08/corazones-corazas.html

Cuento las dos semillas




Dos semillas estaban juntos lado a lado en la fértil tierra de la primavera. La primera semilla dijo:

- ¡Quiero crecer! Quiero impulsar a mis raíces fondo dentro de la tierra que esta bajo de mí, y expulsar mis brotes a través de la cortez

a de la tierra que esta sobre mí. Quiero desplegar mis tiernos brotes como banderas que anuncian la llegada de la primavera. Quiero sentir el calor del sol sobre mi rostro y la bendición del rocío matinal sobre mis pétalos.

Y creció.

La segunda semilla dijo:

- Tengo miedo. Sí impulso mis raíces dentro de la tierra que esta debajo de mí, no sé lo qué encontrará en la oscuridad. Sí me abro paso por la corteza dura que esta sobre mío, puedo hacer daño delicados rebrotes. Y ¿si al dejar que mis brotes se abren, un caracol intenta comérselos? Y si abro mis capullos, un niño pequeño podría arrancarme de la tierra. No, será mejor que espere hasta que no haya peligro.

Y esperó.

Una gallina de corral que buscaba comer afanosamente entre la tierra de comienzos de primavera encontró a la semilla en espera y rápidamente se la comió.

Maestro: aquellos de nosotros que nos negamos a arriesgarnos a crecer, pudríamos ser engullidos por la vida.


 
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Soraya Founty
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