Cómo lograr lo que quiero:Perseverancia.Paciencia y Confianza

 
 
 
(NIN: Perseverar) (TAI: Cuerpo) Perseverancia – Paciencia – Tolerancia
La definición del término NINTAI es: PERSEVERANCIA.

 Perseverar es una cualidad humana que permite mantenerse constante en la prosecución de lo comenzado, en una actitud o en una opinión.  La perseverancia se pone de manifiesto frente a los obstáculos en la persecución de las metas, y en la adhesión a nuestros principios. La perseverancia es un valor también para alcanzar lo que se desea, a pesar de las cosas desagradables que puedan pasar.La perseverancia ha de ir acompañada de dos cualidades del espíritu la  Confianza y la Paciencia . Es una confianza plena no sólo en mis recuersos sino en en plan perfecto que el universo tiene para mi.. en este sentido nigun copo de nieve cae en el lugar equivocado ... La paciencia implica no la resignación involuntaria que creemos ha de acompañarla.. la paciencia es el equilibrio entra  la dedicación constante a lo que deseo y la capacidad de soltar la necesidad del resultado.
Tres potentes elementos de una buen antivirus contra el miedo y sus efectos paralizantes.
 

Os contaré una historia que purula por la red y que es cierta sobre alguien que confió , perseveró y tuvo paciencia ...
 
En 1938, el Sr. Honda era un estudiante pobre que tuvo el sueño de diseñar de un anillo de pistón que iba a vender a la corporación Toyota. Todos los días iba a la escuela, y durante toda la noche iba a trabajar en su diseño. Utilizó el poco dinero que tenía en su proyecto, y todavía no había terminado. Por último, tuvo que empeñar las joyas de su esposa para poder continuar.
Después de varios años de esfuerzo, finalmente obtuvo el diseñó del anillo de pistón que estaba seguro Toyota iba a querer comprar. Cuando se lo llevó a ellos, Toyota lo rechazó. Él fue enviado de regreso a la escuela a sufrir la humillación de sus maestros y amigos quienes le decían lo idiota que era por haber diseño un modelo tan ridículo.
¿Estaba frustrado? Puedes apostarlo.
¿Sufrió? Claro que sí.
¿Iba a renunciar? De ninguna manera.
En su lugar, pasó los siguientes dos años buscando encontrar nuevas maneras de mejorar su anillo de pistón. Tenía la fórmula clave para el éxito:
1. Él decidió lo que quería.
2. Él tomó acción.
3. Se dio cuenta de lo que estaba funcionando y lo que no, y cuando las cosas no estaban saliendo bien…
4. Él continuó cambiando su enfoque. Él era flexible y dispuesto a probar cosas nuevas.
Finalmente, después de dos años más, él perfeccionó su diseño y Toyota lo compró.
Con el fin de construir su propia fábrica de pistones, el Sr. Honda necesitaba concreto, pero el Gobierno Japonés se preparaba para la Segunda Guerra Mundial, por lo que no había ninguna fuente disponible. Una vez más, parecía que su sueño iba a morir. Parecía que nadie lo iba a ayudar.
Una vez más, ¿Se rindió? Por supuesto que no. Él había decidido construir esa fábrica. Abandonar no era una opción, así que se reunió junto con un grupo de sus amigos, y durante semanas trabajaron todos los días probando diferentes enfoques hasta que encontraron una forma de fabricación de concreto. Él construyó su fábrica y finalmente fue capaz de producir sus aros de pistón.
Este sería un perfecto final feliz, claro, si no fuera por el hecho de que su fábrica fue destruida por completo por un país extranjero. Y eso es sólo el inicio de sus nuevos problemas.
Si creías que tu negocio podía andar mal, tienes que leer la continuación de la historia del Sr. Honda. Realmente va a darte una lección de vida.
 lo que ocurrió fue que durante la guerra, los Estados Unidos bombardeó la fábrica del Sr. Honda, destruyendo la mayor parte de ella. Fue catastrófico para él.
Ahora, en lugar de sentirse derrotado, reunió a todos sus empleados y les dijo: “¡Rápido! Salgan y vigilen a esos aviones. Ellos van a botar sus latas de combustible desde el cielo. Tenemos que averiguar dónde caerán y conseguir esas latas, ya que contienen la materia prima que necesitamos para nuestro proceso de fabricación” Estos eran materiales que no podías conseguir en ninguna parte en Japón.
El Sr. Honda vio la manera de aprovechar lo que la vida le estaba dando. Lamentablemente, otra desgracia ocurrió: un terremoto sacudió su fábrica y él se vio obligado a vender su operación de pistones a Toyota. Pero Dios nunca cierra una puerta sin abrir una ventana, así que…
Cuando terminó la guerra, Japón estaba en crisis total. Los recursos eran escasos en todas partes del país – la gasolina en algunos casos era casi imposible de encontrar, y el señor Honda ni siquiera pudo conseguir el gas suficiente para conducir su coche al mercado para comprar comida para su familia.
Pero en lugar de sentirse derrotado y desamparado, tomó una nueva decisión. Él decidió que no se conformaría con esta calidad de vida. Se hizo una pregunta muy poderosa:
“¿Cómo puedo hacer para alimentar a mi familia?
¿Cómo puedo usar las cosas que tengo en este momento para lograr ese objetivo?”
Entonces se dio cuenta de un pequeño motor que tenía, que era del tamaño del de una cortadora de césped tradicional y tuvo la idea de conectarlo a su bicicleta. En ese momento, la primera bicicleta con motor se había creado. Él la llevaba desde y hacia el mercado y muy pronto sus amigos le estaban pidiendo que les hiciera unas así para ellos también.
Poco después, había hecho tantas “moto-cicletas” que se quedó sin motores, por lo que decidió construir una nueva fábrica para la construir los suyos. Pero no tenía dinero, y Japón estaba destrozado. ¿Cómo podía hacerlo?
En lugar de rendirse, se le ocurrió una idea brillante: Decidió escribirle una carta a cada dueño de negocio de bicicletas en Japón, diciéndoles que él creía tener la solución para lograr que Japón se pusiera en movimiento de nuevo, que su invento sería barato y podría ayudar a la gente a llegar a donde tuviera que ir. Luego les pidió que invirtieran en su proyecto.
De los 18.000 dueños de negocios de bicicletas que recibieron la carta, 3.000 le dieron al Sr. Honda dinero y así fabricó su primera serie oficial.
¿Y luego fue un éxito?… Pues no
La moto era demasiado grande y voluminosa, y muy pocos japoneses la compraron. Así que una vez más, el Sr. Honda se dio cuenta de lo que no estaba trabajando y en vez de darse por vencido, él cambió su enfoque de nuevo. Él decidió desarmar su moto y hacerla mucho más ligera y más pequeña. La llamó “El Cachorro”, y se convirtió en un éxito de la noche a la mañana, ganando el famoso “Premio del Emperador”.
Todo el mundo comenzó a mirar al Sr. Honda mientras pensaban que buena suerte había tenido al ocurrírsele tal invento de un día para otro.
L o que pasa es que casi todo el mundo ve La Gloria, pero no La Historia (detrás de ella).
Hoy en día la empresa Honda es una de las más exitosas en el mundo. La Corporación Honda emplea a más de 100.000 personas y sobrepasa en ventas a cualquier otro distribuidor en los EE.UU. (menos Toyota) – todo debido a que el señor Honda nunca se dio por vencido.
La lección a recordar aquí es que nunca permitas que los problemas o circunstancias en tu camino te desalienten.
Lo que el Sr. Honda descubrió es que siempre hay una manera de tener éxito si estás realmente comprometido con lo que haces.
Espero que esta historia te haya gustado. Cuando sientas que pasas por obstáculos en tu negocio, recuerda al Sr. Honda y que al final, todo es posible.

lA PERSEVERANCIA TRAE VENTURA
I CHING

TÚ ERES YO Y YO SOY TÚ AMADO ESPEJO MIO

Somos uno

Energía…, pura y simple energía, concentrada en un solo punto de algún metafísico vacío e incomprensible lugar donde sin conocida dimensión, todo en un principio era enigmático e inconcebible para nuestra endeble capacidad humana de comprensión y razonamiento. Y eso era cuanto había y no había, todo y nada, hasta que esa energía, sintió la necesidad de experimentarse a sí misma en un instante donde el tiempo era una simple quimera, estallando en una mega explosión de proporciones inimaginables para hacerse visible y manifestarse en lo físico e intangible, dividida en infinito número de formas creando éter y universo, nebulosas y galaxias, estrellas, planetas y satélites en un milagro de dimensiones cuánticas, flotando, levitando…, latiendo en vida. Así es como todo lo que es, hay y existe, proviene de un solo ente, acaso esencia, chispa o partícula, única fuente creadora a partir de la cuál todo nace, se desarrolla y muere, con principio y final en un interminable ciclo eterno, para adquirir la experiencia necesaria que permita evolucionar cada ser, esencia y alma incluyendo a la tierra, nuestro planeta, organismo vivo donde tras imposibles combinaciones de improbables posibilidades, surgió la vida y con ella su evolución gracias a la sangre de la tierra proveniente de no se sabe donde llamada agua, hasta que en algún punto de la escala evolutiva de las especies, apareció el hombre; esa raza extraordinaria en su adentro e imperfecta por fuera dotada de pensamiento y libre albedrío. Así es como el todo y todos queda unido, atado y ligado, formando parte intrínseca e indivisible de la unidad, donde todo en esencia es lo mismo, como digo, para experimentarse en infinito número de formas. Si nos situamos en este ahora de nuestra civilización, cuando habitamos este mundo con más de siete mil millones de personas creciendo a un ritmo imparable, cabe pensar por pura lógica que si retrocediéramos en el tiempo para llegar a la más remota antigüedad, la población disminuiría hasta llegar a un inicio muy lejano, un principio en la tierra donde solo había dos seres, dos padres, de apariencia homínida sin que importe su especie, diferenciados por género a partir de los cuales nuestra especie fue multiplicándose y evolucionando hasta llegar al número de personas que hoy pueblan la tierra. Dicho de otra forma, si descendemos de aquellos dos primeros seres, todos en esencia somos hermanos y en conclusión, procedemos de la misma unidad creada a partir de la unión de dos seres, es decir: del amor. En consecuencia somos uno, creados con la misma materia a partir de la misma esencia creadora del universo, como espejo de su propia creación, una vez más: pura energía. Partiendo de este principio, todos hemos sido creados en idénticas condiciones a partir de la fecundación de un óvulo por un simple espermatozoide. El hombre, como el todo lo que le rodea, es de un lado materia orgánica, forma física (ciencia) sobre la madre tierra, y de otro forma etérea, experiencia espiritual, ambas formando parte inherente de cada individuo y especie y por tanto, de la unidad de la que todo procede en su origen (misterio). Todos nacemos por igual, con la vida manando de dentro hacia afuera desde el primer momento en el que nos alojamos en el seno materno, llegando a este mundo en idénticas condiciones bajo humilde sencillez, sin nada, libres de miedo, moralidad y pudor, respirando el mismo oxigeno que ahora tú como yo y todo ser vivo, respiramos. Y en la totalidad del conjunto vivo, de manera directa o indirecta nos alimentamos de los mismos nutrientes que la tierra nos ofrece, regada con la sangre de la vida compuesta por la sencillez de tres simples moléculas para formar el agua, sin la cuál, nada de los que puedes observar, escuchar o sentir sería posible. Creces y te desarrollas con el paso del tiempo hasta llegar a esta parte de tu vida en la que ahora te encuentras, con tu carácter y personalidad, lugar donde residen tus valores educacionales, éticos y morales, con tu criterio e ideales, forjados por inculcación parental e influencia externa para crear tu propia filosofía de vida, la que te permitirá experimentar para marcar tu madurez, como todos, igual que todos…, de un modo u otro, como fieles reflejos del mismo espejo. Caminamos por el mundo, amamos y tememos, sintiendo y llorando, padeciendo y riendo, en un lado u otro fruto de mil emociones distintas basadas en los dos únicos sentimientos posibles a partir de los cuales nace todo lo demás; amor o temor bajo libre e individual elección, soñando dormidos aunque más despiertos, viviendo bajo las mismas inquietudes que el resto de nuestros semejantes, aunque no bajo los mismos matices superficiales y banales. Formamos comunidad porque nos necesitamos mutuamente, por tanto tenemos un destino común aunque a algunos les cueste admitirlo. Y tras cruzar la puerta de la muerte, nuestro organismo y con él su cuerpo, volverá a formar parte de la madre tierra pues a ella pertenecemos y no al revés como algunos piensan en la falsa creencia de ser dueños de los recursos planetarios. Y dado que nos iremos de la misma forma y manera que como llegamos, entonces nada es tuyo ni mío ni nuestro, pues todo es un regalo en forma de préstamo que la naturaleza en su generosidad nos ofrece para devolverlo al abandonar la vida, cosa que el hombre no sabe, ni quiere ni puede comprender en su absurda y estúpida egolatría que lo aísla de su esencia natural, progresando en consecuencia a la deriva. Así es como el hombre, olvidándose de la humildad con la que llegó y su procedencia universal, vive sin comprender lo que es bondad, humildad y sencillez, amor al fin y al cabo, basando su vida en el temor a ser y tener menos que los demás para convertir su ego en su propio veneno y así exterminar todo cuanto lo que rodea, pues pensamos que la vida es la realidad que vemos, oímos, degustamos, tocamos u olemos, sin entender que el milagro de la vida, es en realidad algo mucho más profundo que nuestros sentidos no pueden entender debido a la ilusión del “yo soy” externo, en forma de sueño real que disfraza la verdad, solo perceptible desde la simplicidad del amor en mil ejemplos y señales que la naturaleza nos muestra, y no en la compleja artificialidad impuesta por el hombre para dividirse a sí mismo en su lucha de poder, en un camino adulterado por el miedo inducido y condicionado por una sociedad prisionera de su propia manipulación. De esta forma te impiden pensar en libertad. Todo, incluyendo al ser humano, es la misma energía de partida dividida. Si fuéramos realmente conscientes de ello, ¿que sentido tendría buscar nuestra propia destrucción y exterminio de todo cuanto nos rodea? Si vives y existes como yo, tú no eres diferente ni distinto a mi, pues somos uno, hermanos compuestos de la misma esencia mística y materia orgánica. De esta forma no se entiende ni comprende, ¿que te hace diferente de mi? Si fuera de la unidad pierdes todo lo que eres, ¿quien eres tú?

Juan Galo

http://juangalo.org


El sonreír interior: Una práctica de alquimia taoísta


El sonreír interior es una práctica de alquimia taoísta. Se trata de evocar una verdadera sonrisa que uno puede ir dirigiendo a diferentes partes del cuerpo (órganos, músculos, glándulas, sistema nervioso, etc.). Esta sonrisa produce energía de alto nivel, es una energía afectuosa con un gran poder sanador. La finalidad del sonreír interno es movilizar y aumentar el qi (energía) para obtener salud, longevidad y alegría. También ayuda a combatir el estrés, de un modo más profundo y duradero que otras técnicas. Mantak Chia, Maestro taoísta, además plantea que, sonreír a los propios órganos hace que éstos se expandan, que se hagan más suaves y húmedos y, por tanto, más eficaces. Asimismo, el sonreír interior puede aumentar nuestra capacidad de atención y concentración, mejora nuestro potencial de aprendizaje al generar un mayor y mejor ánimo para aprender, incrementa la facultad de comunicación, multiplica nuestras capacidades e incrementa nuestra energía. Sirve además para tomar mayor consciencia del propio cuerpo, para expulsar las emociones negativas y disminuir el dolor y la enfermedad.
Si bien, la práctica del sonreír interior puede hacerse en cualquier momento o lugar, existen ciertas condiciones que pueden ser tomadas previamente para hacer de éste un ejercicio meditativo. Se puede elegir un lugar tranquilo y ojalá suficientemente ordenado, para que la energía pueda circular e idealmente se debe practicar con ropa cómoda que permita que mantengamos una temperatura adecuada.
La posición ideal para esta práctica es la misma que para la meditación, es decir, sentado/a en posición de loto o medio loto, o sobre el coxis sentado/a al borde de una silla, pero sin apoyar los genitales, porque son un centro de energía importante que no se debe bloquear. En caso de estar en una silla, las piernas deben estar separadas, ojalá una delante de la otra para tener la sensación de que estamos firmes y podemos ponernos de pie en el momento que sea necesario. Los pies tienen que estar bien apoyados en el suelo. Tanto si se está sentado/a en una silla o en un cojín, es importante mantener la espalda derecha, pero no rígida, manteniendo su curvatura normal. Los hombros levemente hacia atrás y relajados. Las manos pueden estar apoyadas sobre las piernas con las palmas hacia arriba o enlazadas a la altura del vientre. En cuanto a la respiración, ésta debe ser observada, desde un principio, hasta que pueda volverse suave, larga y tranquila, para entrar en un estado de mayor tranquilidad.Luego, se comienza a evocar la sonrisa interior. Primero es fundamental relajar la frente, luego se puede comenzar a recordar alguna situación, paisaje o cualquier cosa que pueda evocar esta sensación de alegría, de amor incondicional, de ternura, de cuidado. Una imagen que puede servir, es la de mirar un bebé, trayendo al propio rostro el semblante que acompañaría a esta acción. También puede llegarse a esto, sin la necesidad de acudir a recuerdos, sino simplemente intentando generar una sensación como la anteriormente descrita de manera espontánea. Resulta útil esbozar una leve sonrisa en el rostro, involucrando los ojos, para poder lograrlo.
Cuando ya se ha alcanzado esta sensación, es posible hacer fluir la energía de la sonrisa hacia el entrecejo, dejándola actuar en ese lugar, permitiendo que nuestro rostro se relaje. Posteriormente, se puede llevar la sonrisa hacia diferentes áreas del rostro y del cuerpo. Se puede recorrer el cuerpo, sonriendo a cada órgano, a cada glándula y tejido, deteniéndose en aquellos lugares que sentimos que se encuentran más tensos o con molestias. Siempre ocupándonos de que la calidad de nuestra sonrisa sea buena, plena de amor, compasión y ternura. Resulta positivo ir agradeciendo a cada órgano o porción de nuestro cuerpo, por la función que cumple, permitiéndole relajarse y mostrar su verdadera naturaleza, es decir, sus cualidades cuando se encuentra en estado de equilibrio.
El orden del recorrido puede ser variable, de acuerdo a lo que uno vaya sintiendo. Se puede practicar el sonreír interior en un área específica del cuerpo si así se desea o se requiere, o puede hacerse un recorrido por todo el cuerpo. Una forma de hacerlo es, por ejemplo, pasando primero por la zona anterior, luego por la línea media y finalmente por la zona posterior del cuerpo.
Cuando se termina el recorrido, es importante sonreír a nuestro cuerpo en toda su longitud, con mucho amor y cuidado hacia uno mismo, dejando que la sonrisa fluya de arriba hacia abajo, como una cascada.

Antes de finalizar la práctica, es bueno almacenar la energía proveniente de la sonrisa en Dan Tien, un punto que se encuentra bajo el ombligo, porque esta zona puede manejar de manera sana la energía generada por este ejercicio, evitándose los posibles efectos negativos de la meditación por un exceso de energía en la cabeza o en el corazón. Es posible también mover la energía con la mente en un espiral las veces que se considere necesario. Así la energía del sonreír interior queda almacenada en el ombligo, disponible para cualquier parte del cuerpo cuando se necesite.