Aprende a reírte de ti mismo


La gente se ríe de los demás, pero nuca se ríe de sí misma. Deben aprender a hacerlo. Si puedes reírte de ti mismo, la seriedad desaparece. Si eres capaz de reírte de ti mismo, la seriedad no podrá morar dentro de ti.

En los monasterios zen, los monjes tienen que reír. Lo primero que han de hacer por la mañana es reír; lo primero. En el instante en que el monje se da cuenta de que ya no está dormido, ha de saltar de la cama, ponerse en actitud de bufón, como un payaso de circo, y ha de empezar a reír, a reírse de sí mismo. El día no puede comenzar mejor.

Reírse de sí mismo mata al ego; y cuando te mueves en el mundo, te vuelves más transparente, más ligero. Si te has reído de ti mismo, no te molestará que los demás se rían de ti. De hecho, simplemente están cooperando, están haciendo lo mismo que tú estabas haciendo. Aprende a reírte de ti mismo, de tu seriedad y cosas así. Puedes ponerte serio respecto a la seriedad; entonces, en vez de una enfermedad, habrás creado dos. Entonces puedes ponerte serio también por eso, y seguir y seguir. Nunca acaba; puede continuar ad nauseam.

Por lo tanto, toma las riendas desde el principio. En el momento en que te sientas serio, ríete y observa en ti dónde está esa seriedad. Ríete, deja que surja una buena carcajada, cierra los ojos y observa dónde está. No la encontrarás. Solamente existe en aquél que no puede reír.

No se puede imaginar una situación menos afortunada, no puede concebirse a un ser más pobre que aquél que es incapaz de reírse de sí mismo. Así que comienza la mañana riéndote de ti mismo y cuando encuentres un momento durante el día en el que no tengas nada que hacer, suelta una buena carcajada… sin ningún motivo, simplemente porque el mundo entero es absurdo, tan sólo porque la manera en que eres es absurda. No es necesario encontrar ninguna razón especial. Todo el asunto es tan absurdo que uno se ha de reír.

Deja que la risa nazca del vientre, no de la cabeza. La risa puede venir de la cabeza; entonces está muerta. Todo lo que proviene de la cabeza está muerto; la cabeza es absolutamente mecánica. Puedes reír desde tu cabeza; entonces, tu cabeza creará la risa, pero ésta no llegará a lo profundo del vientre, el hara. No se extenderá hasta los dedos de los pies, no se extenderá por todo tu cuerpo. Una verdadera risa es como la risa de un niño. Observa su vientre sacudirse; todo su cuerpo vibra con él; quiere revolcarse por el suelo. Es cuestión de un compromiso total. Ríe tanto que empieza a llorar; ríe tan profundamente que la risa se convierte en lágrimas. Las lágrimas brotan de sus ojos. La risa debería ser profunda y total. Ésta es la medicina que prescribo para la seriedad.

Te gustaría que te proporcionara una medicina seria, pero eso no te servirá. Has de ser un poco tonto. De hecho, el clímax de la sabiduría siempre conlleva algo de necedad; los hombres más sabios del mundo fueron también los tontos más grandes.

Puede que te sea difícil entenderlo. Eres incapaz de imaginarte que puedan ser tontos, porque tu mente siempre lo divide todo: un sabio nunca puede ser tonto y un tonto nunca puede ser sabio. Ambas actitudes están equivocadas. Ha habido grandes necios que fueron muy sabios.

Antiguamente, en la corte del rey, había un gran tonto; el bufón de la corte. El bufón equilibraba las cosas, porque demasiada sabiduría puede resultad absurda, el exceso de lo que sea puede resultar absurdo. Era necesario alguien que hiciera descender las cosas nuevamente a la tierra. En la corte de los reyes el tonto era necesario para ayudarles a reír; de lo contrario, la gente sabia tiende a ponerse seria. Y la seriedad es una enfermedad.

Con la seriedad pierdes toda proporción, toda perspectiva. Así que en la corte de los reyes había un bufón, un gran tonto, que con su charla y sus gestos distendía cualquier situación.

He oído una historia…

Un emperador tenía un bufón. Un día el emperador se estaba mirando en el espejo. El bufón llegó, saltó, y le golpeó con los pies en la espalda. El emperador cayó contra el espejo. Naturalmente, estaba muy furioso y le dijo:

-A menos que para tu estúpido comportamiento me des un motivo aún más criminal que el acto mismo, serás sentenciado a muerte.

El bufón le contestó:

-Mi señor, nunca pensé que fueras tú el que estaba aquí. Creía que era la reina la que estaba aquí.



Tuvo que ser perdonado, porque ofreció una razón que era aún más estúpida. Pero para encontrar una razón así, el bufón debió de haber sido muy sabio.

Todos los grandes sabios –Lao Tsé, Jesús- tienen una cierta cualidad de sublime necedad. Ha de ser así, porque de lo contrario, un sabio sería un hombre sin sal; tendría un sabor horrible. También tiene que ser un poco tonto. Entonces las cosas se equilibran. Mira a Jesús cabalgando sobre un burro y diciéndole a la gente: “¡Soy el hijo de Dios!”. ¡Fíjate! Debió de ser las dos cosas. La gente se reía de él: “¿Qué estás diciendo? Diciendo todo esto y comportándote así…”.

Pero sé que es así como surge la perfecta sabiduría. Lao Tsé dice: “Todo el mundo es sabio, excepto yo. Parezco un tonto. Todo el mundo tiene la mente clara; sólo la mía parece ser obtusa y cerrada. Todo el mundo sabe qué hacer y qué no hacer; sólo yo estoy confuso”. ¿Qué quiere decir? Está diciendo: “En mí se unen sabiduría y tontería se encuentran, son trascendidas.

Así que no te pongas serio respecto a la seriedad. Ríete de ella, sé un poco bobo. No condenes la tontería; tiene sus propios encantos. Si puedes ser las dos cosas, sabio y tonto, algo trascenderá en tu interior.

El mundo se vuelve más y más serio. De ahí que haya tanto cáncer, tanta enfermedad del corazón, tanta presión sanguínea alta, tanta locura. El mundo ha sido llevado, forzado, hacia un extremo. Sé también un poco tonto. Ríete un poco, sé como un niño.

Diviértete, no lleves una cara seria a todas partes. De repente descubrirás que tu salud es más profunda, que tu salud tiene un origen más profundo.

¿Has oído alguna vez de algún tonto que se haya vuelto loco? Nunca ha sucedido. Siempre he tratado de encontrar a un tonto que se haya vuelto loco. Nunca me he encontrado con ninguno. Naturalmente, un tonto no se puede volver loco, porque para estar loco necesitas ser muy serio.

También he investigado para ver si los tontos son, de alguna manera, más propensos a estar sanos que los mal llamados sabios. Y es así. Los tontos están más sanos que los mal llamados sabios. Viven en el momento y saben que son tontos; por lo tanto, no se preocupan de lo que los demás puedan decir de ellos. Esa preocupación se transforma en un cáncer en la mente y en el cuerpo. Viven más y son los últimos en reírse.

Recuerda que la vida ha de estar profundamente equilibrada, ha de mantener un profundo equilibrio. Si así sucede, tú te deslizas justo en el medio. La energía sube en una oleada y te empiezas a mover hacia arriba. Y debería ser así con todos los opuestos. No seas hombre y no seas mujer; sé ambos… para no ser ninguno. No seas sabio, no seas tonto; sé ambos y así los trascenderás.



Osho

La práctica de Tonglen


La conectividad es una condición de la vida. Negar esto es sufrir. Considerando que la conectividad significa que sentimos tanto el dolor como la alegría de todos los seres vivos (los estados sublimes segundo y tercero en el budismo, véase la Sección 16.1), la compasión es la buena disposición de sentir el dolor y aspirar a que termine. La compasión puede ser cultivada mediante la práctica Tonglen (tomar y enviar) del budismo tibetano (véase, por ejemplo, p. 124-126 de Genuine Happiness: Meditation as the Path to Fulfillment (2005), de B. Alan Wallace). Tonglen es similar a la práctica de inundar con luz tratado en la sección anterior, excepto que en el Tonglen, estamos dispuestos a tomar nuestro propio sufrimiento y el sufrimiento de los demás, y enviar luminosidad y tranquilidad. La eficacia de la práctica se deriva de nuestra voluntad de asumir el sufrimiento del mundo en lugar de apartarlo o negarlo. Como práctica formal, el Tonglen tiene cuatro etapas (como lo enseña la monja budista Pema Chödrön en el capítulo 12 de The Wisdom of No Escape (2001) y en http://www.shambhala.org/teachers/pema/tonglen2.php):


En primer lugar, relajamos brevemente nuestra mente, por un segundo o dos, en un estado de apertura o quietud.


En segundo lugar, inhalamos una sensación de calor, oscuridad, gran sufrimiento - una sensación de claustrofobia - y exhalamos una sensación de fresca y radiante luminosidad - una sensación de frescura. Inhalamos completamente por todos los poros del cuerpo y exhalamos, irradiamos, completamente por todos los poros del cuerpo. Hacemos esto hasta que nos sintamos sincronizados con la respiración.


En tercer lugar, trabajamos con nuestra situación personal - cualquier situación dolorosa que sea real para nosotros. Tradicionalmente, se empieza por hacer el Tonglen para alguien cercano que nos preocupa y queremos ayudar. Sin embargo, si nos quedamos atascados, hacemos la práctica por el dolor que sentimos nosotros mismos y, simultáneamente, por todos aquellos que como nosotros sienten el mismo tipo de sufrimiento. Por ejemplo, si nos sentimos incompetentes – inhalamos esto para nosotros mismos y todos los demás en la misma situación - y enviamos confianza o alivio en cualquier forma que queramos.


Por último, hacemos la toma y el envío más amplios. Si estamos haciendo el Tonglen para alguien que amamos, lo hacemos extensivo a todos los que están en la misma situación. Si estamos haciendo el Tonglen para alguien que vemos en televisión o en la calle, lo hacemos por todos los demás que están en la misma situación, lo hacemos más ampliamente que a una sola persona. Luego, lo hacemos para todos aquellos que están sintiendo la ira o el miedo que hemos recogido y lo extendemos a todos los seres.
http://www.advaitainfo.com/

¿Miedo al compromiso?


 
Detrás del miedo no hay más que un mecanismo de defensa que nuestra mente crea cuando percibimos que hay un riesgo, cuando este riesgo se percibe ante una situación positiva se convierte en irracional y limitante. El fin último de todo miedo es la búsqueda de la seguridad

 En este caso el hecho de comprometerse es vivido por el sujeto temeroso como algo angustiante y  genera un malestar manifiesto. Pero, ¿por qué surge ese miedo a comprometerse con una pareja?
 Para cada sujeto y para cada pareja el término compromiso puede significar algo distinto, es decir, para algunas el compromiso puede ser casarse, para otras simplemente vivir juntos y para otro compromiso puede significar tener hijos.
La personas ha creado una especie de burbuja de bienestar  o eso cree ella. Cuando ve peligrar esa burbuja ilusoria aparece el miedo . Creemos que ese cambio puede peligrar nuestra falsa seguridad
Las personas que tienen miedo al compromiso interpretan este más como una pérdida (menos tiempo para sí mismo, menos intimidas etc) más que como algo que puede aportarle amor, intimidad, crecimiento, pertenencia y sexo.
El crecimiento de la pareja no se basa en dos medias naranjas que se “necesitan” sino en dos naranjas enteras que se relacionan, desde su plena singularidad”. Ramayat
Es lógico pues sentir miedo después de verlo de ese modo y por supuesto las típicas dudas. Lo cual dificulta la toma de decisiones .
El miedo pone en la balanza los recursos que uno tiene y aquello que tenemos que afrontar. Cuando se produce un desajuste en esta balanza, es cuando se hace presente. Por tanto, es una cuestión de inseguridad y de no conocerse bien a uno mismo, lo que conlleva malestar y frustración.
Las personas que tienen miedo al compromiso suelen ser personas inseguras  alas que les cuesta expresar las emociones y que necesitan controlar para sentirse seguros y cómodos en su zona de confort. Son de hecho personas inflexibles y temerosas, obviando lo más importante: la amenaza somos nosotros mismos, no el entorno.

Cuando ya no somos capaces de cambiar la situación nos encontramos ante el desafío de cambiarnos a nosotros mismos “
Víctor Frank
Tienen la tendencia a buscar relaciones estables pero una vez en ellas y a medida que estás se vuelven serias comienzan a sentir miedo y dudas al respecto.
Lo más probable es que den por terminada la relación ya que son incapaces de expresar sus miedos y malestar. Es su forma de volver a su zona de confort y comodidad y acabar con el miedo que les provoca la pérdida de control.
Esta conducta se convierte así en un hábito que aparece cada vez que esta persona decide adentrarse en una relación. Nos vemos como frágiles o débiles y nos ponemos una coraza para supuestamente no nos puedan tocar.
En cierta forma, la falta de estrategias y de conocimiento sobre uno mismo hace que se busque justificación a la propia inseguridad y temores. Al final como no se tienen las capacidades para asumir el miedo y gestionar el malestar, se buscará romper la relación para recuperar la estabilidad y huir del descontrol.
 
El único camino para salir de ese bucle pasa por enfrentarse a ese temor;
“Haciendo lo que tememos disolvemos nuestro temor ”Emerson
De este modo dejamos de estar controlados por el miedo y podemos flexibilizarnos  obteniendo un mayor disfrute de nuestras relaciones de pareja:
Cuanto más veloces huimos del miedo, más grande se hace éste y más fuerte es su hechizo sobre el alma. Para librarnos de tal poder, conviene mirar de frente su paralizador influjo, y más tarde discernir si nos está protegiendo de un peligro o simplemente es un virus mental que nos inquieta.

El miedo que paraliza y deprime es el miedo neurótico que impide la acción. Se trata de un sentimiento que sintoniza con viejas tensiones y heridas no resueltas. El temor que se disfraza de inseguridad encubre anticipaciones el dolor y muchas veces hace referencia a duelos sumergidos cuyo recuerdo nos inunda de ansiedad e induce a conductas crispadas.

El miedo nace de la memoria del dolor y brota en racimos de pensamiento conectados al recuerdo. Se trata de ideas neuro-asociadas que conforman la creencia de que aquello que uno rechaza, puede volver a suceder. En realidad, si no hay memoria no hay miedo. Por este motivo, los inocentes se enfrentan con tranquilidad “irresponsable” a muchas situaciones de alto riesgo. Los inocentes no proyectan experiencias anteriores y, en consecuencia, no temen la llegada de la supuesta desgracia.

Allí donde veamos una conducta exagerada, se revela la sombra que oculta viejas heridas y, que nos demanda sin demora, un drenaje emocional del alma. Allí donde, por ejemplo, veamos la mentira en sus diferentes grados ¡Atención!, no hay maldad o estupidez, hay tan sólo una mente que se siente amenazada. Conviene mirar al miedo de frente y preguntar, ¿qué temo en realidad?, ¿qué sería lo peor que podría pasar? Al observar y concretar con precisión lo que uno teme, ya se puede respirar a fondo lo temido y crear nuevas opciones más deseadas. Al pronto, sucede que el gran gigante ilusorio que tan sólo puede habitar en las sombras, se esfuma disuelto a la luz de la consciencia.

La sensación de confianza y seguridad no sólo brota como consecuencia de la memoria del propio éxito, sino que también es una cualidad que nuestra inteligencia emocional desarrolla. Confiar es una elección que podemos optar por cultivar y reforzar, mientras se comprueba que tras los problemas aparecen las soluciones y que toda dificultad fortalece y enseña.

La confianza también brota desde la facultad intuitiva, desde ese insólito Ser que somos y que detrás, escondido y sabio, se revela y expresa. La confianza es un estado de conciencia, un plano mental de vida que abre a la Paz y a la Templanza. Pero, ¿de dónde brota?, ¿acaso es una protección mágica que opera desde las estrellas? Al tratar de responder, la razón tal vez dude, pero todos sabemos que no estamos solos. La Historia y el Misterio así lo avalan. El Universo nos apoya al encarar el miedo mientras hacemos con inteligencia lo que debemos, aunque se sienta inseguridad y amenaza.

Cuando uno se vea enfrentado al ridículo, a la ruina o al abandono del ser que ama, conviene que se detenga unos instantes. Conviene que respire profundamente, distanciándose del escenario mientras se deja atravesar por la columna de luz, que penetra por lo más alto de su cabeza. Más tarde, la sencillez suavizará lo que uno teme y la sobriedad será nuestra aliada. No hay temor agudo que sobreviva si uno lo respira de forma consciente y continuada. Sólo hay que detenerse y observar sin eludir ningún aspecto y sin tapar ninguna de las caras. Desde el Silencio Consciente, de pronto, la mejor opción brota y la vida, de nuevo, tiene sentido mientras uno, a sí mismo, se reinventa. Ya todo está en su sitio. Uno sabe a qué atenerse y vuelve a fluir centrado en el núcleo de la confianza. “ José María Doria
Qué características presentan por lo general estas personas:
 
  • Les cuesta tomar decisiones personales porque temen el cambio y salirse de su zona de seguridad.
  • Son personas rígidas en el trato, quieren tenerlo todo controlado. La falta de control es lo que les hace activar los mecanismos de alarma.
  • Suelen tener dificultades en expresar sus propias emociones. Intentan no profundizar en lo que sienten o piensan respecto a alguien o algo y ello provoca problemas de comunicación con los demás.
En muchas ocasiones se sienten inseguros de si mismos y no soportan ver la seguridad en otros, por lo que inconscientemente crean disonancias cognitivas como convenciéndose de que esa persona no es tan maravillosa como se muestra ante los demás.
Conviene acudir a una profesional que trabaje conjuntamente con la pareja o con uno de los dos. En este sentido la terapia transpersonal es ideal ya que no necesita de ambos miembros para trabajar en esta apertura  aunque si ambos trabajan los resultados se multiplican .
Estrategias para trabajar en terapia :
  • Afrontar el miedo
  • Introducir pequeños cambios que poco a poco ayuden a la mente a entender que seguimos teniendo el control de la situación, ya que como es lo que más nos asusta hay que educarla. Si una característica tiene la mente es que es muy plástica, ¿esto qué quiere decir? Que entrenándola se adecua a lo que queramos.
  • Valorarse a uno mismo fortalecerá la seguridad en las acciones y decisiones que tomemos. Por tanto necesitamos hacer un reconocimiento positivo de nuestras capacidades y limitaciones, ya que una limitación no es algo negativo, se necesitan de ambas para encontrar el equilibrio.
  • Es básico empezar a expresarse emocionalmente, sobre todo la parte negativa de nuestro malestar. De esta manera reduciremos tensiones y por tanto nos relajaremos más. Si al principio cuesta hacerlo con otras personas, escribiéndolo se puede empezar uno a entrenar, además de que nos sirve para reflexionar.
La clave de toda buena relación es la comunicación y la confianza, sin ellas no hay pareja que sobreviva de una manera sana. Por lo que el objetivo tiene que ser lo que se conoce como asertividad, es decir, decir en todo momento lo que se piensa y siente sin entrar en herir a nuestro interlocutor, en este caso nuestra pareja
 Yo valgo dos y tú vales dos, pero juntos no valemos cuatro sino ocho”
Marilyn Ferguson
Soraya Founty . Psicóloga y Terapeuta Transpersonal e Integral