Consuelo Martín: La contemplación de la belleza






P. ¿Qué es la belleza?


C. Platón y Plotino, nos hablaban del camino de contemplación de la belleza. Es un camino muy adienado a nuestra tradición y como, sin motivo, ha quedado olvidado, útil ponerlo de manifiesto en este momento.

Vemos algo bello, ¿qué es lo que valoramos?, ¿a qué damos realidad?, ¿qué nos entusiasma? La cosa bella, la forma bella. Si valoramos las formas vamos detrás de ellas, como decía Platón que lo había vivido. Vamos detrás de una forma porque creemos que tiene la belleza; cuando atrapamos esa forma vemos que no está allí. La forma es cambiante, se mueve, aparece, desaparece, incluyendo la persona que es bella, y luego no; que es bella cuando sonríe, pero no cuando está enfadada, así los demás objetos. ¿Tenemos propiedades, cosas bellas, o esas propiedades nos tienen a nosotros porque nos hemos quedado cogidos a las formas?. Si paráramos ese proceso de pensamiento, de estar dormidos nos daríamos cuenta de que lo que verdaderamente nos atrae es la belleza.

P. ¿Cómo contemplar la belleza? ¿Cómo hacerlo sin la forma bella?

C. Podríamos contemplar la belleza sin forma, la belleza en sí misma, sin necesidad de música ni sonidos, en sí. La armonía es bella, nos lleva a la belleza de la unidad. Podríamos contemplar esa armonía, esa belleza en sí misma, independiente de la forma. Podemos hacer el intento mirando algo bello.

El objeto evoca un estado de belleza. Cierro los ojos y cuando ya no veo ninguna forma sigo manteniéndome en ese estado de belleza. Es fácil hacerlo. Lo mismo ocurre con la verdad. Se dice equivocadamente que es sólo una abstracción cuando se piensa que la realidad es lo de fuera. De la misma manera se cree que la persona es el cuerpo y que al morir entrega el alma a Dios, como si la persona tuviera dentro un objeto que es el alma. No es así. Los cuerpos están en el espíritu y las formas están en la belleza. La belleza no es una cosa que se encuentra en las formas. Todo el proceso de abstracción es justo al revés. Creemos que la realidad es lo concreto y la abstracción es algo que se deduce de allí. No, la realidad es aquello en lo cual están todas las cosas concretas como reflejo. Ya Platón lo explico de esta manera pero nadie le hizo caso. La realidad es la belleza, no la cosa bella. Si pudiéramos ver esto entonces contemplaríamos la belleza y descubriríamos que somos esa belleza.

P. ¿Entonces es la belleza la que nos atrae y no la cosa bella?

C. Sí. Por eso nos atrae cuando la vemos reflejada, proyectada. Platón, al igual que otros contempladores decía que el percibir algo bello es como un recuerdo de aquella belleza. Cuando veo una cosa bella me recuerda la belleza que en sí soy, aquella belleza que contemplé en el plano divino. Este es el sentido del pensamiento del filósofo.

La cosa bella me recuerda aquella belleza contemplada. Todos los reflejos de las cosas tras las que corremos, como belleza, amor, etc., nos están recordando lo que somos en el plano de la verdad, porque somos la verdad. Podemos ir por vía contemplativa, desprendiéndonos de las formas y quedándonos en contemplación de lo que es. Y lo que es, la belleza en sí, es lo que somos. Es posible hacer la comprobación en cualquier momento, ahora mismo.

P. La emoción que provoca una forma ¿es errónea?

C. Una persona hace un gesto que te evoca algo. Las personas hacen miles de gestos, pero aquél te ha recordado la belleza originaria. Puedes cerrar los ojos y vivirla, porque es tu verdadera naturaleza, es la naturaleza del Ser. Cualquier forma está recordando siempre a la esencia. se ha dicho en el lenguaje religioso que todo lo manifestado, la creación, nos remite a Dios. Si sabemos mirarla, cualquier forma es un reflejo de la realidad. En el momento en que nos identificamos con una forma ya estamos perdidos porque nos estamos apegando a algo que no es real, algo que se está proyectando en el tiempo. Al hacerlo la frustración vendrá inevitable.

P. Si no estoy identificado con las formas irreales, y los demás si lo estuviese, me considerarían un extraño.

C. No tienes que coincidir con la opinión de los demás. Si estás en contemplación de aquella belleza que evocan, no te importará lo que en la superficie se acepte o se rechace. Desde aquella belleza, desde aquél estado de amor abrazas todas las formas. Si nuestros ojos están bien colocados pueden ver la unidad, la belleza, la armonía en todo.

P. Buscamos las situaciones y las cosas bellas, ¿cómo no vamos a buscarlas?

C. El que busca para conseguir es el pensamiento. Y lo hace porque cree que le falta algo: desde el silencio la belleza se revela sola.

P. He tenido una vivencia al ver los distintos tonos de las hojas de los árboles en otoño. Ha sido para mí una comunicación con la belleza. Estaba viendo la belleza pura. Estaba tan unida con ella que también estaba dentro de mí, ¿Es esto lo que somos? ¿Esa belleza dónde está?

C. La belleza que ves fuera la está proyectando la belleza que eres. El paisaje no es más que un juego de sombras para que proyectes la belleza que viene desde lo profundo de tu ser. La belleza es la belleza divina, no hay otra. Y la que has visto con los ojos, la armonía de los matices del otoño, es un reflejo de aquella. La belleza que está en lo profundo del ser, se manifiesta a través de nosotros si hay sensibilidad. Al ser reconocida vuelve a integrarse en el ser. Es un movimiento en la unidad.

P. Esta mañana estuve a la escucha de los árboles, del trino de los pájaros. Miré una florecilla y le pregunté dónde estaba su belleza. Traté de contemplarla, pero el ansia de penetrar en su belleza, disipó mi contemplación.

C. Estabas considerando la belleza como un objeto. El juego del sujeto que mira el objeto debe diluirse para que la contemplación surja. Cuando reconoces la belleza en una flor has de diluirte en la belleza misma. Desde el objeto donde la has reconocido por tu sensibilidad, has de girar hacia la belleza misma y quedarte en ese estado. Contemplando ese anhelo se diluye el que experimenta la belleza y lo bello experimentado. Sólo queda esa hermosura que es el reflejo de lo divino en lo manifestado. El reflejo que te lleva al origen.

Tu no eres alguien que añora la belleza de una flor. Eres belleza. Contempla esa belleza que eres. Contempla la perfección que añoras. No intentes atraparla. Sólo contemplarla.

¿Debajo de cuantas capas has ocultado tu corazón?…



Había una vez un huerto lleno de hortalizas, árboles frutales y toda clase de plantas…
Daba gusto sentarse a la sombra de un árbol en el huerto a contemplar todo aquel verdor y a escuchar el canto de los pájaros. Pero un buen día empezaron a crecer unas cebollas especiales…cada una tenía un color diferente: rojo, amarillo, naranja, morado… descubrieron que cada cebolla tenía en el mismo corazón (porque también las cebollas tienen su propio corazón) una piedra preciosa… esta tenía un topacio, la otra un aguamarina, aquella un lapislázuli, la de más allá una esmeralda. ¡Era una verdadera maravilla!
Pero se empezó a decir que aquello era peligroso, inadecuado y malo… ¡las cebollas deben ser blancas como siempre habría sido!…
total, que las cebollas de colores tuvieron que empezar a esconder su piedra preciosa… se pusieron capas y más capas, cada vez más oscuras y feas, para disimular cómo eran por dentro. Y así se convirtieron en unas cebollas de lo más común.
Pasó entonces por allí un sabio, que gustaba sentarse a la sombra del huerto y sabía tanto que podía comunicarse con las cebollas… empezó a preguntarles una por una:
- ¿Por qué no te muestras como eres por dentro?
¿Tienes capas alrededor de tu corazón? ¿Quieres encontrar tu piedra preciosa y mostrarla?…te ayudamos a encontrar tu piedra preciosa para poder mostrarla ante ti y todos los demás sin miedo…
Y ellas le iban respondiendo:
- Nos obligaron a ser así.
- Nos fuimos poniendo capas porque los demás nos criticaron mucho por nuestros colores…
Algunas cebollas tenían hasta diez capas, y ya ni se acordaban de porqué se pusieron las primeras capas.
Al final el sabio comenzó a llorar… y cuando la gente lo vio llorando, pensó que llorar ante las cebollas era propio de personas muy inteligentes. Por eso todo el mundo sigue llorando cuando una cebolla nos abre su corazón… y así será hasta el fin del mundo

PNL aplicada a la meditación




El principal reto al sentarse a meditar (una vez superada la pereza de hacerlo) es lograr no dejarse llevar por nuestro propio discurso interno (o gremlin, o loro, según las versiones existentes…) y que la práctica no se convierta en otro silencioso monólogo de ésos a los que nos tenemos tan acostumbrados…

En eso consiste la práctica principal de la meditación, dejar que los pensamientos corran por su lado, sin aferrarnos a ellos, y observar y experimentar qué ocurre entonces… La práctica es ardua y desmoralizadora al principio, cuando, aparentemente, la persona no aprecia resultados (en realidad las “malas” meditaciones son la base necesaria sobre la que se construyen las “buenas”, pero eso es tema para otro post).

Por eso quiero traer aquí un método para reducir el diálogo interno durante la meditación, basado en la teoría de los movimientos oculares desarrollada por la PNL, que pone de manifiesto la relación entre los ojos y el cerebro y muestra que, en función del tipo de pensamiento o recuerdo que estemos teniendo, el ojo se mueve en sentidos diferentes (¡sobre este tema hay amplia información en Internet!). Conectamos con nuestro diálogo interno al mirar hacia abajo y a la izquierda, por lo que lo que evita esta meditación, precisamente, es realizar este movimiento (ni ningún otro, en realidad).

He aquí la receta: Prepararnos para meditar frente a una pared, a 1,5 metros de ésta (sentados en el suelo o en una silla, eso al gusto). Acercarnos a la pared y colocar una chincheta, calculando que nos quede a la altura de la frente. Sentarnos a meditar y mantener los ojos abiertos el mayor tiempo posible, con la vista fija en la chincheta y sin pestañear (no pasar de los 2-3 minutos). Hacer varios intentos, y repetir varias veces al día. Los ojos lagrimearán y lucharán por cerrarse, pero si nos sobrepasamos ese tiempo prudencial no nos haremos daño, y mejoraremos rápidamente nuestra concentración y la calidad de nuestra meditación.

La propuesta es de Salvador A. Carrión, uno de los pioneros de la PNL en España, aunque estas cosas, como es de suponer, están ya todas inventadas desde hace siglos o más…

En la tradición tibetana Bön y en las ramas más antiguas del Budismo tibetano una de las prácticas iniciales de toma de contacto con la meditación consiste en mirar fijamente y sin pestañear una imagen de la “a” tibetana (en la foto), que también se colocan, estratégicamente, frente a los ojos. Los monjes novicios se pasan una semana entera con esta práctica, en varias horas de meditación repartidas a lo largo del día, antes de pasar a prácticas más complejas. Y seguro que otras tradiciones cuentan con prácticas similares.


Débora Altit