TRANSFORMACIÓN


El propio hecho de la observación altera al observador y a lo observado. 
Heisenberg


En el campo de la Psicología ha habido un gran descubrimiento. Se trata del poder curativo de la consciencia. Una capacidad que señala la gran influencia que tiene en sí misma, el puro darse cuenta. Por ejemplo, cuando somos capaces de "observar" de manera sostenida todos aquellos procesos de conducta que nos traen problemas, producimos transformaciones del patrón observado que conllevan nuevas opciones y programas más óptimos de acción futura.

En realidad, se trata de lograr mantener la atención sobre aquellas ideas y mecanismos que nos originan tensión y dolor ya que de esta manera, afloramos y resolvemos las viejas heridas "tapadas". Así, creamos una sabia y sanadora "distancia". Una medida que, como terapia sutil, permite nuevas posibilidades y sosiega el alma. Los grandes místicos y sanadores hindúes confirmaron este principio señalando que un conflicto "observado" es un conflicto resuelto. Y tal vez, desde la perspectiva científica de un Occidente prosaico y racional, uno se pregunte, ¿en qué se basa este axioma?.

Una respuesta a esta pregunta la ofrece la Física Cuántica al afirmar que el sujeto observador, mediante el acto de la simple observación, altera el objeto observado. Cuando, por ejemplo, se "observa" una partícula subatómica sucede que, automáticamente, ésta se ve afectada en su carga y en su órbita por la influencia de dicha observación. Evidentemente, el único contacto que ha existido en este hecho modificador ha sido el campo de consciencia desencadenado con la acción de observar. Y en realidad, observar, en términos de la propia persona, es tan sólo darse cuenta. Un hecho que nada tiene que ver con el pensamiento y sus elucubraciones, sino más bien con el acto instantáneo y neutral de atestiguar lo que pasa.

Cuando uno deviene espectador consciente de sí mismo y logra darse cuenta de sus propias máscaras, cuando indaga en sus reacciones y el modo en que su mente interpreta las cosas, si se da cuenta de la verdadera raíz de aquello que le duele y le inquieta, si pone atención en las justificaciones y autoengaños que su mente maneja, cuando observa los miedos soterrados y los anhelos que su corazón guarda, estará transformando el programa mental que los sustenta. Sucederá que las conductas automáticas se tornarán voluntarias y lo que antes le dolía y frustraba, ahora fluirá con calma.

Y, si además de devenir consciente de los procesos mentales, devenimos conscientes de que somos seres libres, habitantes del Universo, capaces de elegir las opciones que nos convengan y que, cada día, captamos mejor los aspectos más sutiles de las personas, estará naciendo al Testigo, a su verdadera identidad que todo lo observa. Un estado de conciencia análogo al de un espectador que no se identifica con los escenarios, tanto físicos como mentales, en los que se desarrolla su obra. El Testigo es la identidad Real del ser humano, una apertura, un claro Vacío y neutral, absoluto y supramental que, como cielo azul, vive inmutable mas allá de las nubes del pensamiento que, en cada instante, cambian de forma.

Saberse testigo de nuestra pequeña identidad personal y reconocerse como observador de la máscara que uno representa, permite vivirse en todas las opciones que nuestra diversidad demanda. Cuando lo inconsciente deviene consciente por el mágico poder del darse cuenta, todo tiene más sentido y se disfruta de la propia independencia. El viaje más importante de la vida: la gran aventura de la consciencia.


Texto perteneciente al libro del autor: "Inteligencia del alma"

Jose Maria Doria

Romper los hábitos


Descubramos el modo de comprender todo este proceso de formación y ruptura del hábito. Podemos considerar el ejemplo del fumar, y usted puede sustituirlo por su propio hábito, por su propio problema personal, y experimentar directamente con su propio problema tal como yo experimento con el ejemplo del fumar. Ese hábito es un problema, se convierte en un problema cuando quiero abandonarlo; mientras estoy satisfecho con él, no es un problema. El problema se suscita cuando tengo que hacer algo con respecto a un determinado hábito, cuando el hábito se vuelve una perturbación. El ha creado una perturbación, de modo que quiero librarme de él. Quiero dejar de fumar; quiero desembarazarme del hábito, hacerlo a un lado.

Así pues, mi manera de abordar el hábito es resistiéndolo o censurándolo. Esto es, no quiero fumar; por lo tanto, encaro el fumar ya sea reprimiéndolo, condenándolo o encontrando un sustituto: en vez de fumar, mascar. Ahora bien, ¿puedo mirar el problema con una mirada libre de toda censura, justificación o represión? ¿Puedo observar mi hábito, observarlo sin sentido alguno de rechazo? Trate de experimentar con ello ahora, mientras estoy hablando, y verá cuán extraordinariamente difícil es no rechazar ni aceptar. Porque toda nuestra tradición, todo nuestro trasfondo, nos impulsan a rechazar o justificar, antes que a sentirnos curiosos al respecto. En vez de estar pasivamente alerta, la mente opera siempre sobre el problema.

Obras Completas de J. Krishnamurti - Vol. VI








HAY QUE TENER UN AMANTE



Muchas personas tienen un amante y otras quisieran tenerlo. Y también están las que no lo tienen, o las que lo tenían y lo perdieron. Y son generalmente estas dos últimas, las que vienen a mi consultorio para decirme que están tristes o que tienen distintos síntomas como insomnio, falta de voluntad, pesimismo, crisis de llanto o los más diversos dolores.

Me cuentan que sus vidas transcurren de manera monótona y sin expectativas, que trabajan nada más que para subsistir y que no saben en qué ocupar su tiempo libre. En fin, palabras más, palabras menos, están verdaderamente desesperanzadas.

Antes de contarme esto ya habían visitado otros consultorios en los que recibieron la condolencia de un diagnóstico seguro:”Depresión” y la infaltable receta del antidepresivo de turno.

Entonces, después de que las escucho atentamente, les digo que no necesitan un antidepresivo; que lo que realmente necesitan, ES UN AMANTE

Es increíble ver la expresión de sus ojos cuando reciben mi veredicto. Están las que piensan: ¡Cómo es posible que un profesional se despache alegremente con una sugerencia tan poco científica!. Y también están las que escandalizadas se despiden y no vuelven nunca más

A las que deciden quedarse y no salen espantadas por el consejo, les doy la siguiente definición: Amante es: “Lo que nos apasiona”. Lo que ocupa nuestro pensamiento antes de quedarnos dormidos y es también quien a veces, no nos deja dormir. Nuestro amante es lo que nos vuelve distraídos frente al entorno. Lo que nos deja saber que la vida tiene motivación y sentido.

A veces a nuestro amante lo encontramos en nuestra pareja, en otros casos en alguien que no es nuestra pareja. También solemos hallarlo en la investigación científica, en la literatura, en la música, en la política, en el deporte, en el trabajo cuando es vocacional, en la necesidad de trascender espiritualmente, en la amistad, en la buena mesa, en el estudio, o en el obsesivo placer de un hobby…En fin, es “alguien” o “algo” que nos pone de “novio con la vida” y nos aparta del triste destino de durar.

¿Y qué es durar? – Durar es tener miedo a vivir. Es dedicarse a espiar como viven los demás, es tomarse la presión, deambular por consultorios médicos, tomar remedios multicolores, alejarse de las gratificaciones, observar con decepción cada nueva arruga que nos devuelve el espejo, cuidarnos del frío, del calor, de la humedad, del sol y de la lluvia. Durar es postergar la posibilidad de disfrutar hoy, esgrimiendo el incierto y frágil razonamiento de que quizás podamos hacerlo mañana.

Por favor no te empeñes en durar, búscate un amante, se vos también un amante y un protagonista… de la vida. Pensá que lo trágico no es morir, al fin y al cabo la muerte tiene buena memoria y nunca se olvidó de nadie.

Lo trágico, es no animarse a vivir; mientras tanto y sin dudar, búscate un amante…

La psicología después de estudiar mucho sobre el tema descubrió algo trascendental:

“Para estar contento, activo y sentirse feliz, hay que estar de novio con la vida”.

Jorge Bucay