Precioso documental de una mujer (con cámara en mano) que se retiró del mundanal ruido para conectarse con su Ser. Viajó a lo largo de varios países, para despertar y reconocer Su Luna, entrevistando a otras mujeres que trabajan, enseñan, comparten en esa misma dirección. El tema principal: El Útero, como centro de sanación, de lo sagrado femenino, de la vida…
No eres feliz entonces eres un superficial
¿Aún te preguntas por qué no eres feliz en tu vida ?Yo tengo una respuesta que puede servirte ( mm que prepotente yo ¿ no? ...bueno dame la oportunidad de explicártelo ) .
No eres feliz por que estás empeñad@ en comportarte como un superficial .
Ahora dirás ¿quién yo? IMPOSIBLE... bueno . bueno relajate .. primero lee lo que te tengo que decir y luego ya me dices si de verdad no te comportas así con frecuencia o en ocasiones.
Estoy convencida de que dentro de nosotros en mayor o medida hay una voz interna que nos dice que ser feliz no está bien .. que la felicidad es algo que para nosotros pasa siempre de largo y que sencillamente parece que no la merecemos.
Habitualmente nos comportamos de una manera superficial porque tenemos miedo a ser nosotros mismos y dejar que los demás vean que somos frágiles , llenos de temores , culpabilidades e ideas en contra de nosotros mismos y nuestra felicidad.No son pocas las ocasiones que disfrazamos nuestros dramas con una falsa alegría pero sabemos muy bien que en el fondo de nosotros hay una profunda tristeza que desea ser expresada y acompañada sin juicios ni sentencias de ninguna clase.
Esta tristeza( que el fondo es esconde el deseo de ser feliz) debido a ese inmenso miedo a mostrarnos vulnerables es ignorada , reprimida con la idea de ignorante de que si la expresamos o sentimos sufriremos más.
Tampoco son pocas las ocasiones que no nos permitirmos disfrutar libremente de comprarnos algo por el placer de hacerlo y otros placeres que consideramos que debemos eliminar o moderar sin darme cuenta que detrás de estas conductas y decisiones lo que hay es un profundo rechazo de mi mism@.
Sencillamente no sé amarme por tanto no se mimarme , preferimos vivir para complacer a otros , ser como a ellos les gustaría que fuéramos, evitando así la responsabilidad de equivocarme , y olvidarme de mi y ser feliz.
Me olvido de mi para agradar a otros y esa es la triste realidad de una persona que se comporta con superficialidad ,se honesto y si de verdad ahondas y eres honesto encontraras en tu vida muchos ejemplos de estas conductas... puedes justificarlas como quieras pero no dejan de ser desamor y deshonestidad contigo mism@.En una palabra superficialidad.No eres tú .. no te expresas , aveces no decides..las circunstancias te deciden.
Lo más triste es que cuanto más te empeñas en agradar a otros más te alejas de ellos , ya que jamas podrán entrar dentro de ti para ver tu insatisfacción ni tus penas.Ni siquiera a veces tu mismo eres consciente de esto .
Pero la verdad es que no eres feliz , sufres constantemente .Yo misma he pasado por esto en mi vida sin darme cuenta del daño que me hice a mi misma para salvar y agradar a otros creyendo que así me amarían pero al final acababa siendo abandonada , enfadada y fustrada y lo peor habiendome traicionado a mi misma .
Cuando comenzamos a escuchar esa tristeza que no es más que un signo de que estamos separados de nosotros mismos y de lo que realmente somos podemos comenzar a comportarnos como realmente somos , sin miedos a las consecuencias y con la confianza de que podemos .
Es hora de que comienzes a escucharte y si te cuesta hacerlo puedes buscar ayuda de un buen terapeuta que te puede acompañar en ese camino.
Pero decidete a amarte y da el primer paso.
Así que comienza a enamorarte de ti . deja de ser superficial y permitete gozar y disfrutar de la vida.
Gozar de la vida es el camino hacia dios.
Un abrazo hondo y gracias por leerme
Soraya Founty
Psicóloga colegiada y Terapeuta Transpersonal
www.mundotranspersonal.com
SOY PARTERA DEL ALMA
EL VIENTRE DEL TERAPEUTA
Es la hora. El paciente llama a la puerta. Como el cocinero cuelga el delantal en el perchero para recibir visitas, el terapeuta cuelga en el perchero sus problemas personales. Desarrolla la habilidad para dejarlos a un costado, porque quien viene lo necesitará en estado de Atención Plena.
¿Qué encontrará el paciente si ha dado con un buen terapeuta?
- Alguien que desde que asumió su vocación (o desde antes) trabaja todos los días con sus propias emociones, sus propio dolores, sus errores de criterio... Se empeña en comprender más allá del entendimiento, tomando lo cotidiano como una escuela.
- Alguien que, sí, se ha formado académicamente y en estudios de posgrado, y tiene libros por doquier… Pero que si es buen terapeuta sabe que eso no es todo: entrará a la sesión ofrendando a su paciente algo precioso, que es su propio Inconsciente. El Inconsciente del terapeuta funciona como cuando alguien recibe en su vientre la gestación de un hijo ajeno; madurará, -con las herramientas que ese terapeuta tenga-, la identidad de su paciente: sus dolores, sus relatos oníricos, sus anhelos, sus historias. Cuando se vaya a dormir, el buen terapeuta soñará no sólo con sus propios asuntos, sino que entre las bambalinas de sus sueños aparecerán respuestas para Juan, para Mariela, para Leonor… Y, -lo sepa o no-, esa labor nocturna saldrá de su boca con la pregunta justa, el gesto oportuno, la mirada más amplia que su propio Inconsciente le haya provisto al haber amasado esa harina cuya molienda han sido sus horas de consultorio…
- Un buen terapeuta a veces oficia de dializador de su paciente (como quien, teniendo insuficiencia renal, se conecta a un aparato que limpiará su organismo): cuando viene lleno de ira, de dolor, de impotencia, de miedo, el terapeuta le ofrece no sólo el respaldo de sus conocimientos (necesarios, por cierto!), sino también su propio corazón adolorido, su corazón equivocado, su corazón enmendado, su corazón en vías de desarrollo (como el de cualquiera). Desde su entrenamiento en lidiar con su propio caos, ayuda a poner orden en el caos ajeno. Instala luz donde había penumbrosos pesares. Y cuando se va a su casa, a veces llora. Sí, tengo que decirlo: a veces llora un dolor que no es suyo. Porque ama. Ama a sus pacientes. Ama a los humanos. Y le duele su dolor. Y está bien que así sea. Ni “transferencias” ni “contratransferencias”: es algo más hondo; allí se está a solas con el Misterio de la Vida, siendo nada más que un humanito (así, en diminutivo). Y eso llama al silencio.
- Con herramientas de obrero interno trabajará ese pesar ajeno para no cargarlo sobre su propia vida. Porque, así como cuando visualizamos una cascada de agua fresca en un lugar luminoso movilizamos neurotransmisores que generan relajación, expansión, bienestar... el terapeuta visualiza durante muchas horas por día historias de abuso, de maltrato, de pérdidas, de sufrimiento. Deberá autodializarse y pedir ayuda, trabajando a diario para saber, en lo íntimo, que todos somos Uno, pero que cada cual necesita transitar su propia experiencia humana. Que podemos ayudar a otros a vivir su vida, pero la vida misma es del otro: su posibilidad de aprendizajes. Y el progreso de su paciente también le marcará sus días, aumentando su confianza en la vida, alegrándolo, llenándole de ternura la mirada…
- No es raro que un buen terapeuta muchas veces no sepa qué hacer ante un paciente. Ésos suelen ser los mejores. Los que todo lo saben suelen andar perdidos en un laberinto de ideas. Pero cuando tenemos al otro a pecho abierto y en carne viva, saber que no sabemos es el principio del acompañar a vivir. Acudirá, entonces, a su modesto tablero de herramientas (pues, como decían por allí, “quien sólo tiene un martillo tiende a ver todo en términos de clavos”). Aplicará la que su experiencia le diga que es la más útil. Y su propio Inconsciente, además, estará en permanente diálogo con el de su paciente, porque son ambos Inconscientes los que mejor saben hacia dónde hay que ir.
- Un buen terapeuta ha de tener una vida sencilla; precisará hacer un voto de coherencia, porque el panadero da el pan, el frutero la fruta, pero el terapeuta se da a sí mismo. Será consciente de cuánto puede y cuánto no. Practicará la modestia de admitir sus limitaciones. Hablará con su paciente en palabras que el otro comprenda. Y será, esencialmente, un ser humano.
- Si el paciente le preguntara: “Sus padres viven?”, la mayoría de los buenos terapeutas no responderán con otra pregunta, refractando: “Y a Ud. qué le parece?”. Podrá mirar a su paciente a los ojos, y decir, por ejemplo: “Mi padre sí, pero mi madre pasó por el mismo proceso que la tuya; sé lo que se siente como hijo”. El terapeuta anónimo, distante, rigurosamente ignorado por su paciente, pertenece a un paradigma que va quedando atrás. Se necesitan hombres y mujeres valientes que puedan darse a conocer a aquellos que desnudan su alma ante él.
Y llegado el final, ambos podrán mirarse frente a frente y darse un abrazo. Porque el buen terapeuta suele abrazar (aunque en la Universidad muchos profesores le hayan enseñado que no). Sabe que el abrazo, el mirar a los ojos, el quedar expuesto como humano ante otro humano, no le quita nada, sino que le da. Le da un vínculo entre dos personas que, en medio de esto tan difícil que se llama “vida”, procuran avanzar dignamente, convertir el dolor en lumbre, y desplegar lo replegado para que la Tierra cuente con dos más, capaces de ayudar al Todo.
Cuando le pago a mi terapeuta, ese dinero es un símbolo de valoración no sólo de sus saberes, no sólo de su cerebro entrenado, no sólo de sus supervisiones, sus cursos de posgrado y sus libros. Es un símbolo de que me ha ofrecido una porción de su Inconsciente para que yo pueda desenredar el mío; un símbolo de que en su vientre gestó una porción de mí para que yo pueda seguir gestándome en mi propio vientre invisible. Eso es un terapeuta: un humanito incompleto que se va completando gracias a cada paciente. Una persona que se da. Un modesto obrero del espíritu.
Virginia Gawel
Psicóloga
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