El espejismo de la complacencia: ¿a quién estás intentando agradar?


La libertad de dejar de agradar

En una sociedad que aplaude el sacrificio silencioso, donde el “ser buena persona” muchas veces se confunde con complacer a todo el mundo, elegirte a ti puede parecer un acto egoísta. Pero no lo es. Es, de hecho, uno de los actos más profundos de amor propio que puedes realizar.

Como psicóloga especializada en relaciones y procesos de autoconocimiento, he acompañado durante casi dos décadas a personas que han vivido atrapadas en la necesidad de aprobación. Personas que han aprendido a decir “sí” cuando querían decir “no”. Que han reído cuando querían llorar. Que han dado tanto a los demás que se han quedado vacías para sí mismas.

Este artículo es para ti, que estás cansada de cumplir con un guion que no escribiste. Que quieres priorizarte, pero te invade la culpa. Que temes decepcionar a otros, aunque ya te estés traicionando a ti misma.

Hoy quiero invitarte a un cambio profundo: dejar que se decepcionen contigo… para que tú puedas dejar de decepcionarte contigo misma.

¿Por qué cuesta tanto decir que no?

Muchas personas viven atrapadas en la necesidad de agradar. Dicen "sí" cuando quieren decir "no", aceptan planes que no desean, cargan con tareas que no les corresponden y toleran comportamientos que les dañan. Todo por miedo a no ser queridas, a causar un conflicto o a decepcionar.

La complacencia no es bondad, es una estrategia de supervivencia aprendida. Y muchas veces, es una forma de evitar el rechazo.

Ejemplo real:
Ana, una mujer de 38 años, madre y profesional, acude a consulta porque se siente agotada. Siempre está disponible para todos: su jefe, sus hijos, su madre enferma, su pareja. Pero nadie parece estar ahí para ella. Cuando le pregunto si alguna vez dice “no”, me mira como si le hablara en otro idioma.

Las raíces invisibles: amor condicionado y miedo al abandono

¿Por qué sentimos culpa al priorizarnos?

La mayoría de las personas que tienen dificultades para poner límites han vivido experiencias tempranas donde el amor y la aceptación estaban condicionados al comportamiento.

Si de niña te premiaban solo cuando eras “buena”, callada, complaciente o perfecta… aprendiste que para ser querida, tenías que agradar. Y si alguna vez fuiste rechazada por expresar lo que sentías o necesitabas, tu cerebro registró una advertencia: no vuelvas a hacerlo, o perderás el amor.

Ese patrón sigue operando en tu vida adulta, de forma inconsciente. Por eso, cuando te priorizas, sientes culpa. No porque estés haciendo algo malo, sino porque estás desafiando una creencia profunda: que tu valor depende de la aprobación ajena.

Frase para reflexionar:
"No eres egoísta por elegirte, eres valiente por romper un patrón de abandono de ti misma."

Aprende a reconocer tus “sí” disfrazados

¿Cuántas veces te has traicionado por miedo?

Una forma de comenzar a sanar es observarte con honestidad. Llevar un diario puede ayudarte a identificar cuándo estás diciendo “sí” desde el miedo y no desde el deseo genuino.

Ejercicio práctico:
Durante una semana, anota cada vez que aceptas una petición, invitación o compromiso. Pregúntate:

  • ¿Lo hice porque quería, o por no quedar mal?

  • ¿Sentí alivio o incomodidad después de decir que sí?

  • ¿Me sentí más conectada conmigo o más alejada?

Este simple ejercicio puede abrirte los ojos. A veces no nos damos cuenta de cuántas veces al día nos abandonamos a nosotras mismas por complacer.


 El arte de poner límites: decir "no" también es un acto de amor

Frases para entrenar tu asertividad

Poner límites no es rechazar al otro, es elegirte a ti. Decir “no” es tan válido como decir “sí”, y ambos tienen el mismo valor. El problema es que culturalmente nos han enseñado que decir “no” es ser mala, egoísta o insensible.

Frases que puedes practicar para empezar:

  • “Gracias por pensar en mí, pero esta vez no puedo.”

  • “Entiendo que esto te moleste, pero necesito respetar mis tiempos.”

  • “No me siento cómoda con eso, prefiero hacer otra cosa.”

  • “Ahora mismo no puedo ayudarte, necesito descansar.”

Recordatorio importante:
No tienes que justificar tus límites. No necesitas convencer a nadie de que tienes derecho a cuidarte. Tu bienestar no está en discusión.


 Déjalos que se decepcionen: no puedes controlar sus emociones

No estás aquí para cumplir expectativas

Aceptar que alguien puede decepcionarse contigo es doloroso, pero también liberador.

Muchas veces evitamos poner límites o mostrarnos tal como somos por miedo a que el otro se aleje, se enfade o se decepcione. Pero lo cierto es que no puedes controlar las emociones de los demás. Lo único que puedes controlar es tu coherencia interna.

Cada vez que eliges agradar al otro por encima de ti, te estás decepcionando a ti misma. Y eso duele mucho más que la decepción ajena.

Frase poderosa:
"Prefiero que te molestes por mi límite a que yo me destruya por no tenerlo."


 Reconstruyendo tu autoestima desde dentro

No se trata solo de decir “no”, sino de sanar tu percepción de valor

Para dejar de vivir en función de la aprobación externa, necesitas trabajar en cómo te valoras a ti misma. La autoestima no se construye con afirmaciones vacías, sino con acciones coherentes.

Ideas para fortalecer tu autoestima:

  • Elige comprometerte contigo antes que con los demás.

  • Rodéate de personas que te respeten tal como eres.

  • Dedica tiempo a actividades que te hagan sentir viva (aunque no “produzcas” nada).

  • Aprende a hablarte con ternura en lugar de crítica.

  • Celebra tus logros pequeños sin esperar validación externa.

Ejercicio de afirmación:


Cada mañana, mírate al espejo y di:
"Hoy me elijo. No necesito ser perfecta para ser valiosa."


 Cuando no puedes sola: busca acompañamiento terapéutico

Hay patrones que necesitan ser sostenidos para poder ser transformados

No siempre es fácil romper con años de complacencia, dependencia emocional o baja autoestima. A veces, necesitas un espacio seguro donde puedas explorar tus heridas, tu historia, tus creencias limitantes.

La terapia es ese espacio.
No es solo para quienes “están mal”. Es un acto de autocuidado profundo. Es decirte: “No quiero seguir viviendo así. Merece la pena trabajar en mí.”

Si te cuesta poner límites, si la culpa te ahoga, si sientes que vives más para los demás que para ti, quizá ha llegado el momento de iniciar ese camino acompañado.


¿Y si todo empieza hoy? Llamada a la acción

Haz una pausa y reflexiona:

  • ¿En qué áreas de tu vida estás priorizando a los demás por encima de ti?

  • ¿A quién temes decepcionar, y por qué?

  • ¿Qué límite necesitas poner hoy para ser fiel a ti?

Es momento de dejar de cargar con la responsabilidad emocional de todos. No estás aquí para sostener el mundo entero, especialmente si eso implica derrumbarte a ti misma.

Deja que se decepcionen. Que se molesten. Que se sorprendan.
Tú solo encárgate de no decepcionarte más a ti.

Elegirte no es egoísmo, es sanación

Elegirte no significa dejar de amar. Significa amar desde un lugar más sano, más libre, más consciente. Significa dar sin perderte, acompañar sin traicionarte, ayudar sin destruirte.

A veces, elegirte dolerá. A veces, los demás no entenderán. Pero al final del día, solo tú vivirás contigo misma. Y esa relación merece ser la más honesta, amorosa y firme de todas.


¿Te gustaría compartir tu experiencia?

Cuéntame en los comentarios:

  • ¿Qué ha sido lo más difícil para ti al empezar a priorizarte?

  • ¿Has tenido que decepcionar a alguien importante para cuidarte?

  • ¿Qué aprendizaje te llevas de este artículo?

Y si sientes que ha llegado el momento de hacer este trabajo profundo, no estás sola. Puedes escribirme o reservar una sesión. Estoy aquí para acompañarte en el camino de volver a ti.

Lo que no dejas ir, te está destruyendo en silencio


A menudo nos aferramos a cosas, personas y situaciones que nos hacen daño, convencidos de que necesitamos mantenerlas para sobrevivir o para sentir que valemos algo. Pero lo que no dejamos ir, nos arrastra lentamente, y aunque no siempre lo vemos, nos va desmoronando por dentro.

El desapego no es fácil, y muchas veces tememos que al soltar algo, perdemos una parte importante de nosotros mismos. Sin embargo, lo que no sabes es que aferrarte a lo que ya no te sirve solo te deja vacío, sin espacio para lo nuevo que está esperando ser recibido. Ya sea una relación tóxica, un sentimiento de culpa o la necesidad de controlar todo a tu alrededor, lo que no sueltas tiene el poder de arruinar tu bienestar y tu paz emocional.

Hoy quiero hablarte sobre el poder del desapego, esa fuerza invisible que te permite sanar, crecer y tomar el control de tu vida. El proceso de dejar ir es, en muchos sentidos, la clave para abrir la puerta de una vida más plena, libre de cargas innecesarias.

Reconociendo lo que no puedes soltar

Uno de los primeros pasos en el proceso de sanación es identificar qué es lo que no puedes soltar. Esto puede ser un ex, una relación familiar dañina, un trabajo que te agota o incluso una mentalidad limitante que te hace sentir atrapado.

Las señales de que algo no te sirve son claras cuando te detienes a observar cómo te afecta. Si te sientes drenado, angustiado, estancado o incluso culpable por algo que no puedes dejar ir, es una señal de que algo debe cambiar. Si una relación te deja sintiendo que no eres suficiente, o si una situación te obliga a sacrificar tu bienestar emocional, es hora de hacer un balance.

El desapego no es fácil, sobre todo porque muchas veces asociamos el hecho de soltar con el miedo a la soledad, a la inseguridad o a perder una parte de nuestra identidad. Pero, en realidad, soltar es una forma de darte espacio para ti mismo/a, para crecer, para aprender a amarte y para crear relaciones y situaciones más saludables.

La trampa del apego

El apego emocional no solo está relacionado con las personas; también está ligado a las experiencias, creencias, objetos y, sobre todo, las expectativas. Apegarnos a algo es aferrarnos a la idea de que necesitamos algo o a alguien para sentirnos completos. Pero la verdad es que la única persona que puede completarte eres tú mismo/a.

Cuando nos aferramos a una relación tóxica, por ejemplo, puede ser porque tenemos miedo de estar solos/as, o creemos que esa es la única forma de ser amados. Pero esto no es amor; es miedo. Es el miedo de perder lo que creemos que necesitamos para sobrevivir, para sentir que tenemos valor o que somos suficientes.

Soltar puede ser difícil, especialmente cuando no sabemos qué esperar después de hacerlo. Sin embargo, la recompensa es inmensa. El desapego no significa olvido o indiferencia, sino una liberación interna que te permite sanar, aprender y volver a empezar sin las ataduras del pasado.

El costo del apego: ¿por qué te destruye en silencio?

Las emociones no procesadas, los traumas no resueltos, y las expectativas no alcanzadas pueden generar un enorme costo emocional. Este costo es mucho más alto de lo que imaginas, porque la vida sigue adelante, y mientras sigues atrapado/a en lo que no puedes soltar, dejas de vivir plenamente.

Las relaciones tóxicas son uno de los mayores ejemplos de apego destructivo. ¿Cuántas veces hemos sentido que no podemos dejar ir una relación que, aunque nos hace daño, nos da una falsa sensación de seguridad o pertenencia? Cuanto más aferrados estamos a algo que no nos sirve, más nos negamos a nuestra propia felicidad. Este apego nos hace perder nuestra paz, nos roba nuestra energía, y nos aleja de nuestra mejor versión.

El costo también está relacionado con la culpa. Muchas personas sienten que no merecen soltar lo que les hace daño, por lo que se quedan en situaciones que las desgastan emocionalmente. Esto es, en su mayoría, una creencia equivocada que el miedo alimenta. El apego nos hace pensar que necesitamos algo o a alguien para sentirnos completos, pero la realidad es que el verdadero poder reside en soltar, en confiar y en elegir lo que es mejor para nosotros.

El proceso de desapego: cómo empezar a soltar lo que te pesa

La buena noticia es que el desapego es una habilidad que podemos aprender y practicar. No sucede de la noche a la mañana, pero con el tiempo y la práctica, se convierte en una herramienta poderosa para sanar, crecer y tomar el control de tu vida emocional.

1. Reconoce lo que estás aferrando

El primer paso para el desapego es reconocer lo que te está atando. Esto requiere ser honesto/a contigo mismo/a y hacer una evaluación sincera de tus relaciones, tus pensamientos y tus expectativas. Haz una lista de las cosas, personas y emociones que sientes que no puedes soltar, y evalúa cómo estas te están afectando.

2. Haz espacio para el cambio

El desapego implica hacer espacio en tu vida para lo nuevo, lo positivo y lo que te hace bien. No se trata de rechazar lo que te ha pasado, sino de liberar lo que te está reteniendo en un ciclo de dolor. Para hacerlo, es importante trabajar en tu autoestima y aprender a poner límites saludables. Esto te permitirá sanar, liberarte de las cargas emocionales y empezar a recibir lo que realmente te mereces.

3. Aprende a soltar el miedo

El miedo es uno de los mayores obstáculos cuando se trata de soltar. A menudo, tememos lo desconocido o lo que perdemos en el proceso. Sin embargo, es importante recordar que el miedo solo refuerza el apego y te mantiene en un estado de estancamiento. El desapego requiere que dejes ir el miedo y confíes en que el universo tiene algo mejor para ti.

4. Practica el perdón y la aceptación

Soltar también implica perdonar. Muchas veces nos aferramos a situaciones y personas porque no hemos perdonado lo que nos hicieron. El perdón no es para la otra persona, es para ti mismo/a. Es el regalo que te das para liberar tu corazón y sanar de lo que te ha dañado.

5. Crea nuevas experiencias

El desapego no significa quedarse vacío/a; significa abrirte a nuevas experiencias que nutran tu ser. Rodéate de personas que te apoyen, busca actividades que te inspiren y, sobre todo, aprende a disfrutar de tu propia compañía. Cuanto más te enfoques en tu bienestar, más fácil será soltar lo que no te sirve.

La importancia de rodearte de relaciones positivas

El desapego no solo implica soltar lo que te hace daño, sino también abrir espacio para lo que te aporta. Una vez que sueltas lo negativo, debes rodearte de relaciones y experiencias que realmente te nutran. Esto incluye amistades sanas, relaciones amorosas equilibradas y, sobre todo, una relación amorosa contigo mismo/a.

Cuando te rodeas de personas que te apoyan, te valoran y te inspiran, el proceso de desapego se vuelve más fácil. Estas relaciones positivas son las que te ayudan a crecer y a reconstruir tu autoestima, sin la necesidad de aferrarte a lo que te destruye.

Cierre: el poder de liberarte

Liberarte de lo que te pesa no solo es posible, es necesario. El proceso de desapego es el primer paso hacia la verdadera sanación y transformación. Cuando dejas ir lo que ya no te sirve, abres las puertas a nuevas oportunidades, a nuevas relaciones y, sobre todo, a una vida más plena.

Te invito a reflexionar sobre lo que has estado aferrando. ¿Qué es lo que realmente te está destruyendo en silencio? ¿Estás listo/a para soltar y dar paso a la vida que mereces?

Es momento de tomar acción, de dejar ir lo que te limita y de abrazar el proceso de transformación. La vida que sueñas está esperando por ti, pero solo podrás alcanzarla cuando dejes ir lo que ya no te sirve.

Te dijeron que amar es necesitar, pero la verdad es muy distinta…

Las relaciones tóxicas no solo duelen, te transforman. Te quitan la paz, la energía y, en muchos casos, tu identidad. Y sin darte cuenta, puedes verte atrapad@ en un ciclo que se repite: discutir, sufrir, prometer cambios, volver, y volver a romperte.

Salir de ahí no es solo una decisión. Es un proceso profundo de desapego, autoconocimiento y sanación. Este artículo está pensado para acompañarte paso a paso en ese camino.


1. ¿Qué es una relación tóxica?

Una relación tóxica es aquella en la que hay un desequilibrio emocional, donde una o ambas personas terminan dañadas psicológicamente. A veces hay manipulación, dependencia, control, indiferencia emocional o agresión (pasiva o directa). No siempre es visible al principio. Algunas señales:

  • Sientes miedo de hablar o de ser tú mism@.
  • Te sientes confundid@ la mayor parte del tiempo.
  • Te cuestionas si “todo es culpa tuya”.
  • Pides perdón por sentir.
  • Te aíslas de tu círculo para evitar conflictos.

Frase poderosa:
"El amor no duele. Lo que duele es el apego, el miedo y la dependencia disfrazada de amor."


2. ¿Por qué cuesta tanto salir de ahí?

Porque el vínculo tóxico crea una adicción emocional. Tu cuerpo se acostumbra al ciclo de tensión y alivio, como una droga. Y muchas veces, el miedo a estar sol@ o a no encontrar “nada mejor” te paraliza.

Además, si en tu infancia aprendiste que el amor viene con sufrimiento o abandono, lo tóxico te resulta familiar. No sabes cómo se siente una relación sana. Pero eso se puede cambiar. Con conciencia, puedes reeducar a tu corazón.


3. El primer paso: reconocer lo que vives

Reconocer que estás en una relación dañina es valiente. No es debilidad. No es exageración. Es respeto por ti mism@. Haz una lista de momentos en los que te has sentido pequeñ@, culpable, ignorad@ o triste sin sentido. Míralo con compasión. No estás loc@. Estás despertando.


4. Desapego emocional: qué es y cómo practicarlo

El desapego emocional no es frialdad. Es libertad. Es saber que puedes amar sin aferrarte. Que tu bienestar no depende del comportamiento del otr@.

Consejos para practicarlo:

  • Deja de justificar lo injustificable.
  • Practica el silencio antes de reaccionar.
  • Observa sin necesidad de controlar.
  • Vuelve a ti: ¿qué necesito yo?
  • Haz espacio: reduce contacto si puedes (no contestes de inmediato, crea límites).

Frase clave:
"Cuando sueltas el control, recuperas el poder."


5. Recupera tu identidad

Pregúntate:

  • ¿Qué cosas me hacían sentir viv@ antes de esta relación?
  • ¿Qué he dejado de hacer por agradar o complacer?
  • ¿Qué parte de mí extraño?

Empieza a reconectar con tus pasiones, tus amigos, tu esencia. Aunque no tengas ganas. Aunque te duela. Es parte del proceso.


6. Crea una red de apoyo

No tienes que pasar esto sol@. Busca personas que te escuchen sin juzgar, que te recuerden quién eres. Puede ser un terapeuta, un grupo de apoyo, una amiga, o incluso seguir cuentas en redes que hablen de esto (como esta 🫶).

Ejercicio práctico:
Haz una lista de 3 personas a quienes puedas llamar cuando sientas ganas de volver o tengas ansiedad. Escríbelo y tenlo cerca.


7. El duelo es real (y necesario)

Salirte de una relación tóxica también duele. Porque aunque lo dañino pesaba, había apego, momentos buenos, promesas. Permítete llorar, sentir rabia, extrañar. Todo eso también es parte de sanar.

Lo importante es no volver para anestesiar el dolor. Elige sentirlo para liberarlo.


8. Empieza a reconstruirte

Este es el momento más mágico. El más doloroso también. Pero ahí es donde empieza tu poder. Vuelve a ti. Descubre qué te gusta, qué sueñas, cómo te hablas. Practica hábitos que te fortalezcan: escribir un diario, meditar, caminar, bailar, aprender algo nuevo.

Frase motivadora:
"No estás perdiendo a esa persona. Estás recuperando tu vida."


9. ¿Y si vuelve a buscarme?

Prepárate para ese momento. Las personas tóxicas suelen reaparecer. Pero esta vez tú tendrás herramientas. Pregúntate:

  • ¿Esta persona realmente ha cambiado o solo extraña el control?
  • ¿Me quiero lo suficiente para no volver al lugar que me rompió?

Recuerda: el amor sano no se ruega, no se negocia, no se mendiga. Se construye con respeto y libertad.


10. Una nueva versión de ti está naciendo

No eres la misma persona que entró en esa relación. Ahora eres más fuerte, más consciente, más libre. No importa cuántas veces hayas caído: lo importante es que estás despertando.

Frase final:
"Mereces una relación donde no tengas que abandonar partes de ti para que te quieran."

Sanar de una relación tóxica es un acto revolucionario de amor propio. No es fácil. Pero es profundamente liberador. Paso a paso, puedes reconstruirte, amarte y abrirte a relaciones sanas.

Si este artículo te tocó el corazón, compártelo. Tal vez alguien más necesite estas palabras hoy. 💜