Tengo 22 años y oigo que el sexo nos invita a la unión a través del gozo ¿Cuál es entonces la razón por la que resulta tan habitual vivir esta experiencia con tanta desconexión?
Tal vez la desconexión es más profunda de lo que parece y no tiene
solamente que ver con el sexo en la pareja, sino con las propias
barreras internas. Reconozcamos que la calidad de la práctica sexual,
quizá tenga más que ver con aspectos como,
¿Qué siento?, ¿desde dónde abrazo? y ¿qué partes de mí están presentes en este episodio?,
que otros factores más propios de la mecánica. Es
decir, posturas, puntos corporales de placer y ropas eróticas que tanta
dialéctica desencadenan y que tanto a su vez despistan.
Tal vez hemos olvidado del verdadero sentido que tiene la sexualidad
realizada con plena consciencia. Y poco sabemos de la sublimación de la
energía sexual en creatividad y presencia.
Es muy posible que tal práctica sexual expuesta en términos tan poco
biológicos para muchas personas suene a película ajena. Y por ello
cualquier propuesta de sutilización con nombre de “alquímica”,
“tántrica”, “taoísta”, “consciente” y “sagrada”, sonará a irreal e
idealizada.
Todas las mencionadas son prácticas que demandan múltiples pausas. Es
decir, prácticas que cuestionan la excitación como camino y que a su
vez tratan de que se mueva la energía desde la presencia. En general tal
actitud propugna el soltar la necesidad de controlar y no manipular el
cuerpo, sino que por el contrario escuchan a éste y dejan que haga.
Prácticas que se mueven desde el ahora evitando proyectar imágenes de
archivo y repeticiones de placer memorizadas.
La transformación de la sexualidad pasa por la transformación de la
humanidad. Se supone que no realizaría el mismo rito de satisfacción
sexual aquel cromañón que miles de años atrás nos precedió y el actual homo sapiens que parece dejar paso al emergente homo amans.

¿Sexualidad sagrada?
Es delicado hablar de la sacralización de la sexualidad sin que la propuesta sea tachada de encubrir un by pass espiritual
desde el que soslayamos por temor o culpa aquellos brotes de nuestra
naturaleza más primaria. Y además es difícil entrar en los reinos
refinados del sentir sin haber reconocido e integrado las propias
sombras a veces grotescas.
Entre los que buscan la llamada sexualidad sagrada, existen un número
de seres que huyen de las raíces y comienzan a realizar discursos
blanqueados sobre una sexualidad idealizada. Muy a menudo tales
discursos lo que encubren es un anestésico al horror que les causa la
frustración de sus propias fantasías reprimidas y no canalizadas. Y en
muchos casos, tan rosados clichés lo que encubren son miedos al abandono
y al rechazo, es decir actitudes de evasión idealizadora por culpas y
memorias de anteriores experiencias dolorosas.
¿Qué es lo sagrado?
Lo sagrado será todo aquello que nos lleve a una verdad más profunda.
Y desde esta perspectiva, durante la práctica sexual puede ser sagrado,
de pronto el “perder la cabeza” que nos torna separados, y entrar en
comunión con las fuerzas universales de nuestra esencia. Es decir,
trascender el control de la mente y permitir que otro supra nivel sea el
que conduzca la experiencia. El hecho de sentir asimismo el calor del
corazón y el abrazo a la vida consciente a través de la radiante pupila
de nuestra pareja, puede también ser una vivencia sagrada.
Y también puede ser sagrado todo movimiento, juguete, postura,
circunstancia y demás fantasía sexual, cuando se realiza con total
atención y presencia. Ningún acto en sí es aversivo si en torno a él hay
acuerdo y brota desde una natural inocencia. En realidad, de la bosta
de la vaca nacen las flores más bellas .
En las aguas demasiado puras, no viven peces.
Zen
¿Qué está sucediendo en nuestra civilización?
Nuestra cultura entre otros despistes, vive una desconexión con su
dimensión analógica, mística y metafórica. Una cultura que ha
hipertrofiado la lógica del productivismo materialista, al tiempo que
fabrica técnicos y especialistas que han perdido la visión holística.
Esa es la realidad de una cultura occidental que en el seno de un
racionalismo consumista, se ha desconectado de la inteligencia del
corazón y ha puesto precio al alma. El sentir ha sido confundido con los
sentidos. Nos hemos despistado del misterio, de lo sagrado, del
silencio, del valor de la sobriedad y del aplazamiento de las
gratificaciones inmediatas.
La conexión con el otro y la sexualidad plenamente satisfactoria
tendrá que pasar por la interiorización del quien se cultiva, y el
despliegue de su inteligencia cardíaca. Bien sabemos que la felicidad
que buscamos, es acausal y brota de pronto, como también de pronto se
abren las rosas.
Por José María Doria
Publicado en Claves de Amor y Relaciones el 2 de septiembre de 2013
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por los comentarios , abrazo hondo