Cuando Te Eliges, Todo Cambia

Hay un momento en la vida en el que nos miramos al espejo y nos hacemos la pregunta que hemos evitado durante demasiado tiempo: "¿Estoy viviendo la relación que merezco?"

A veces, la respuesta duele. Nos damos cuenta de que hemos aguantado demasiado, que hemos cambiado nuestra esencia para encajar en el amor de alguien más, que hemos confundido el miedo a la soledad con amor verdadero. Y ahí es donde comienza el viaje más difícil y más hermoso de todos: el desapego.

El Mito del Amor Incondicional

Nos han vendido la idea de que el amor debe ser incondicional. Que cuando amas a alguien, lo haces "a pesar de todo". Pero ¿qué pasa cuando ese "todo" incluye dolor, ansiedad y sacrificios que nos destruyen?

El verdadero amor no se mide por lo que aguantas, sino por lo que construyes. No se trata de perderte en la otra persona, sino de compartir tu vida desde la plenitud.

Si alguna vez has sentido que sin esa persona no puedes respirar, que su amor es lo único que le da sentido a tu vida, entonces no es amor, es apego.

¿Por Qué Nos Aferramos a Lo Que Nos Duele?

El apego no es amor, es miedo. Miedo al vacío, al abandono, a la sensación de no ser suficiente. Nos aferramos porque creemos que sin esa persona no seremos felices, cuando en realidad la felicidad nunca ha estado fuera, sino dentro de nosotros.

 Nos quedamos en relaciones donde ya no somos felices porque nos aterra empezar de nuevo.
 Soportamos maltratos emocionales porque creemos que "nadie más nos amará igual".
 Nos convertimos en la versión que el otro quiere para evitar el rechazo.

Pero el problema del apego es que nos encierra. Nos convierte en prisioneros de una historia que ya no nos hace bien, que nos desgasta más de lo que nos nutre.

El Momento de Soltar

Soltar no es fácil. Es un duelo. Es mirar el teléfono y querer escribir pero no hacerlo. Es aprender a dormir sin el "buenas noches" que antes era una rutina. Es reconstruirte, paso a paso, aunque al principio todo duela.

Pero soltar no es perder, es encontrarte.

 Es darte cuenta de que eres suficiente sin validación externa.
 Es entender que el amor no duele, lo que duele es el apego.
 Es recuperar tu libertad emocional y elegir desde el amor, no desde la necesidad.

Cuando decides soltar lo que no te hace bien, te abres a lo que realmente te mereces: un amor que no te pida cambiar, que no te condicione, que no te haga sentir pequeño/a.

Y sobre todo, te encuentras contigo. Porque al final, la relación más importante de tu vida no es la que tienes con otra persona, sino la que tienes contigo mismo/a.

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